Áspera esta aproximación del director griego a un área de la condición humana que tiene que ver con el poder, la educación y el egoísmo de quienes ejercen de líderes y maestros. Dura de ver, a veces desagradable; pero a medida que te vas alejando de ella, cuando el paso del tiempo hace que vayan recolocándose los fragmentos que nadan en los vórtices del viento huracanado, se nos vuelve más reveladora, interesante y en una verdadera mecha para el debate y la discusión. En fin, una auténtica obra de cineclub, que por cierto ha dado excelente juego en nuestro Gallinero.

Toques de extraño realismo que pueden pasar de la imagen surrealista ("buñueliana") de la imposibilidad de sortear una puerta abierta, al hiperrealismo de la liberación a través del dolor.
Pero al margen de una historia, extrema y perfectamente creíble, sobre una familia y las enseñanzas o adoctrinamientos, más que peligrosos, al margen de cualquier contacto social, la película nos proyecta mucho más allá, a los límites del comportamiento humano y a los instintos que nos poseen por nuestra condición de animales.
Tirando del hilo que deja suelto Giorgos Lanthimos nuestras reflexiones nos pueden llevar a laberintos filosóficos, en mi caso de barra de bar, en los que encontraremos ejemplos de despropósitos históricos, que tienen que ver con el mal uso de la autoridad y la educación, y que no nos han hecho variar un ápice ni corregir nuestros errores: totalitarismos, guerras y genocidios, hambrunas, religiones castradoras, fronteras electrificadas......
¿No tenemos solución? ¿Somos objetos en manos de seres superiores? ¿Nacemos, o nos hacemos? ¿Paternalismo y libertad son incompatibles?.....
Como veis, a mí, Canino me ha dado para mucho pero también estoy dispuesto a comprender a quien la ira etérea ha lanzado esos trozos flotantes, y con aristas, sobre la cara en lugar de recolocarlos en su cabeza.