Coinciden demasiados factores en "Sola en la oscuridad" como para no resultar una película atractiva y con suspense. La música de Henry Mancini te conduce desde el principio por deslizantes pasillos de interés, hasta recalar en un sótano en el que intenta reencontrarse con la vida una bonita joven que se ha quedado ciega y a quien la vida, de forma casual, va a someterla a una auténtica prueba de fuego y supervivencia.

Es de ese tipo cine que sabes que está bien realizado, porque cuando acaba te das cuenta de que ha transcurrido casi todo en una pequeña estancia, pero te ha hecho viajar. El éxito del guión en este caso, sería más bien un acierto en la adaptación ya que la historia fue primero una obra teatral escrita por Frederick Knott.

Otro ingrediente fundamental para el éxito de la cinta es, sin duda, la presencia siempre magnética de Audrey Hepburn y la de "frío profesional", con un toque sádico, de Alan Arkin.