Buen trabajo el de Jaime Chávarri en la recreación de la vida de Camarón. Vaya por delante una idea que debe tenerse muy en cuenta al abordar la crítica de esta película: Chavarri se enfrenta quizás a uno de los mayores mitos, sino el mayor, de la escena musical española. Y no mito, en el sentido de algo que no existió, sino en el sentido de mitificación de un hombre a través de su obra. Dos elementos marcan inevitablemente la vida de José Monje: su condición de maestro del flamenco que trascendió las fronteras impuestas a su arte y los rasgos autodestructivos compartidos con otras estrellas del firmamento musical. Ello, sumado a algunas cuestiones que se hacen sordas en la película (como las incidencias de tráfico) o se ven amortiguadas (como lsus adicciones), crea graves dificultades para lograr un trabajo satisfactorio desde el punto de vista del hombre y del mito.

Debía, pues, escogerse, y en el trabajo de Chávarri hay mas mito que hombre. Asistimos a un recorrido estrecho por su carrera musical y sus incidencias, que transita alejado de otras vivencias personales, excepto algunos elementos en los que se quiere poner el énfasis, como su tensión escénica o algunos detalles de su carácter. Nada extraño, pues, es algo que ya hemos visto en otros trabajos, como los célebres The Doors de Oliver Stone, pero en este caso el personaje se nos hace más cercano, menos iluminado, más próximo. Chávarri forja un Camarón posible, aunque no sea el real, y los elementos que lo envuelven son adecuados, con un grupo de actores que se sitúan al nivel que corresponde.

Se trata, pues, de un trabajo interesante, al que recorre la música del cantaor durante buena parte del relato y que nos da pinceladas sobre un personaje, que con todo resultaba netamente diferente a lo que la película muestra. Pero el cine es , tan sólo, cine.