Haz click aquí para copiar la URL
España España · Santander
Voto de Simsolo:
8
Bélico. Acción Abril de 1945, la guerra está a punto de acabar. Al mando del veterano sargento Wardaddy (Brad Pitt), una brigada de cinco soldados americanos a bordo de un tanque -el Fury- ha de luchar contra un ejército nazi al borde de la desesperación, pues los alemanes saben que su derrota estaba ya cantada por aquel entonces. (FILMAFFINITY)
15 de marzo de 2015
1 de 2 usuarios han encontrado esta crítica útil
Sorprende que, con las vueltas que han dado el mundo y las ideologías, aún se critique una película por maniquea. De todos modos lo disculpo. Esa querencia por la decencia crítica es muy de salón intelectual y yo también pisé algunos. Vamos, que en plena adolescencia, atacado de trascendencia, pensaba que Ford, Curtiz o Hawks eran unos fascistas que mataban indios; no veía el arte ni la humanidad por ningún parte. El arte y la importancia estaban en Antonioni, por poner un ejemplo. Adoraba sus silencios, el juego cromático de sus análisis matrimoniales. Que Antonioni pintase tuberías de colores era lícito e inteligente; la querencia por el rojo del amigo Minnelli una estupidez digna de un musical.

Han pasado ya unas cuantas décadas de aquello y de Antonioni, probablemente, sólo queden las cañerías pintadas. Algo hueco y pretencioso en las formas y el fondo. Viene esto a cuento de cómo ha sido recibida “Fury” en algunos foros, donde la presencia de una bandera (pocas se ven en la película), ya es sinónimo de invasión cultural y guerra por el morro. “Fury”, afortunadamente, juega en otra división, pero hay que saber verlo: a veces la inteligencia se disfraza y lo evidente no resulta tan obvio. El mensaje intelectual de las balas, evidentemente, no es tan claro como el de los inanes planos secuencias sostenidos hasta el bostezo del espectador.

“Fury” comienza homenajeando al Fuller de “The big red one” (hablo de caballos) y termina con un guiño a “Grupo salvaje”, convirtiendo a Pitt en un émulo menos romántico del inolvidable Pike Bishop. No es nada excesivamente original, pero viene servido con solvencia, barro y acero. Poco sabemos de la vida de los soldados que pululan por la película: el lastre emocional que lastraba algunos episodios de la joya de Spielberg ha sido aquí cercenado. El protagonismo lo toma la guerra, casi filmada en un blanco y negro de tierra masacrada y cielos sin Dios ni alma. “Fury” me ha hecho pensar en “El diablo de las colinas de acero” y otras películas que juegan con la abstracción, con centrar en un poco, en una anécdota de patrulla, la totalidad de una guerra. No pretende otra cosa y el plano final, ese picado sobre el tanque convertido en chatarra, un resto más como los que han ido quedando atrás durante el metraje, lo deja claro: el heroísmo es para las páginas de los libros de historia; a ras de suelo la verdad es otra. Se muere por nada. Porque matar es un trabajo que algunos hacen lo mejor que pueden. Es triste e indigno y la mirada del novato, servida en un denso travelling de alejamiento, implica que el mal ha quedado en su mente, mezclado con pianos reventados y mujeres encogidas en la concha de su hogar.

Al final el tanque no es más que un hierro lacerado y humeante en un cruce de caminos, algo que tropas y vehículos evitan. Un mojón que no señala ningún lugar. La guerra, con toda su podredumbre e insensibilidad, servida sin tapujos. Una película sobre la que volver dentro de un tiempo, cuando las cañerías pintadas de colores de Antonioni se oxiden del todo y la miopía ideológica de muchos deje de ganar terreno al arte.
Simsolo
¿Te ha resultado interesante y/o útil esta crítica?
arrow