Esta película es de esas de las que sales del cine sin haber entendido nada, así que se corre grave peligro de frustración con su visionado. Avisados estáis. El argumento es mínimo, un hombre que busca a una mujer, objeto difuminado de su amor, entre realidades, espacios, tiempos, recuerdos, sueños y películas, sin que el espectador sepa muy bien en qué plano está cada plano.

Es curioso como justo acabo de leer el libro-proeza "Gödel, Escher, Bach" de Douglas Hofstadter y lo encuentro ejemplificado en el universo onírico del protagonista, probablemente también del director, lleno de juegos de niveles y autorreferencias, y a la vez (o por causa de ello) incapaz de completarse. Este universo contiene gran variedad de elementos recurrentes como relojes parados, trenes, karaokes, teselados hexagonales, escasez de pomelos, manzanas tristes, palas de ping pong o casas derruidas.

La primera parte es muy Tarkovsky, con sus charcos, espejos y travellings lentos. Hay hasta un vaso que se mueve solo. Luego va tornándose Lynch hasta finalizar en uno de esos planos secuencia prolongados que sirven principalmente para embelesar a los entendidos con su dificultad técnica. Por cierto, este plano secuencia final está filmado en 3D. Yo lo vi en 2D así que no descarto que visto canónicamente mejore.

En fin, este tipo de películas donde no te dan nada mascado gustan en la medida que las imágenes conectan de algún modo poético con el espectador. A mí me ha emocionado alguna escena, pero no lo suficiente para considerarla una obra maestra.

Gustará a: amnésicos anterógrados, Frank Booth, abejas
No gustará a: personas con vértigo, espectadores con otro espectador en la butaca de atrás, macarrillas de billar