Esta película me ha hecho recordar cuando tenía veintipico años y mi padre se pensó que traficaba con anfetaminas porque encontró una bolsa con 20 o 30 pastillas en mi habitación. Fue todo un malentendido, pero hubo que echar mano del Vademecum para demostrar que eran unas inocentes pastillas para la acidez de estómago.

No es del tipo de películas que me atrae para ir al cine, pero al final he caído porque me cae bien Ernesto Sevilla, el Bradley Cooper español. Ahora, una cosa es que me caiga bien y otra que quisiera verlo en pelotas. Que también, ¿por qué no?

No voy a entrar en mucho análisis porque no es más que una comedia disparatada sobre tres treintañeros cuyo reparto de personalidades se basó en "Resacón en Las Vegas" y que, dando por perdida la batalla de superar la inmadurez, intentan al menos superar la pobreza. Se meten a peces fuera del agua, hilarity ensues. Evolución de personajes, cero, incluso alguno se pierde por el camino. Aunque la principal queja es que podrían haber intercalado algo de núcleo emocional al asunto, que ni siquiera parece que sean amigos. Y la sección femenina, bueno, al menos no todas ejercen de trofeo.

Gustará a: Walter White, profesores de matemáticas, emprendedores
No gustará a: bailarines de bachata, unicornios, rectores