Es muy meritorio, y comercialmente suicida en estos tiempos, lo que ha hecho el debutante y prometedor Andrea Molaioli con su primera película, que en un rápido y simplista primer vistazo es una de esas "a lo Agatha Christie": aparición de un cadáver y presentación de varios personajes-candidatos a ser el asesino.

Y es meritorio lo que consigue Molaioli porque se dedica a narrar su algo limitada pero interesante historia de manera un tanto parsimoniosa (sin que en este caso tal adjetivo sea peyorativo), pero sin recurrir a efectismos facilones y baratos típicos del peor thriller hollywoodiense; y a dejar hablar a sus personajes mediante buenos diálogos; y a mostrar un buen retrato de personajes y hasta un inicio de esos tipo "engaño a lo Psicosis", en los que se cuenta algo que no es lo que se va a contar...

Así que el bueno de Maloiali, con esas intenciones y maneras, y ayudado por su magnífico protagonista (el gran Toni Servillo, descubierto ya en "Las consecuencias del amor", "Gomorra" o "Il divo"), consigue sorprender y cautivar con una realización no precisamente carente de hallazgos visuales (ese precioso fundido en el lago de la "ragazza", esa mirada entre comisario y fantasma a través de la ventana...), hasta el punto de que el espectador casi llega a sentir que lo de menos es saber si el asesino es un novio holgazán, una hermana pasota y despechada, los padres de un niño autista y llorón, o un gigantón retrasado y su paralítico padre... Y eso, en una película "cluedil" como esta, tiene mérito, sin duda.

Se me ocurre finalmente que, además de ser del tipo, ya mencionado, "Agatha Christie" y "Psicosis", también esta 'ragazza del lago' (qué título más bonito y qué lamentable e irreproducible título español) es del tipo "Lost", la serie de Abrams: sí, lo importante era el camino, y cómo nos lo han contado.