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España España · Barcelona
Voto de Rafa_G:
9
Drama Drama sobre la Iglesia de la Cienciología. Lancaster Dodd (Philip Seymour Hoffman), un intelectual brillante y de fuertes convicciones, crea una organización religiosa que empieza a hacerse popular en Estados Unidos hacia 1952. Freddie Quell (Joaquin Phoenix), un joven vagabundo, se convierte en su mano derecha. Sin embargo, cuando la secta triunfa y consigue atraer a numerosos y fervientes seguidores, a Freddie le surgirán dudas. (FILMAFFINITY) [+]
17 de diciembre de 2012
19 de 25 usuarios han encontrado esta crítica útil
Narra las peripecias y vivencias de Freddie Quell, un excombatiente de la Segunda Guerra Mundial traumatizado tras la esperiencia en el combate y cuya principal virtud es saber destilar licores capaces de tumbar a un elefante. Por pura casualidad contacta con Lancaster Dodd, un filósofo esnob que se mueve entre las clases sociales adineradas y que creade la nada una secta religisa. La química entre ellos les hace ir de la mano, hasta que Freddie empieza a dudar sobre las convicciones de su amigo.

Cuando voy a ver una película confiado en que será buena siempre me queda el temor al sentimiento de fracaso que suele quedarse después si no cumple con las expectativas. La anterior cinta del director Paul Thomas Anderson, Pozos de Ambición, me gustó mucho. Casi tanto como la que considero su mejor obra: Magnolia. Es un cine diferente, nada comercial, pero bien trabajado, con el esmero del artesano que ama lo que hace. Y desde luego “The Master” no me ha decepcionado en absoluto.

El papel de Freddie lo borda Joaquin Phoenix. Es un personaje lleno de contradicciones y sufrimiento que le permite lucirse a lo largo de toda la cinta. Lo hace con una entrega tal, que uno diría que no se mete en el papel, sino que realmente se transforma en el personaje. Y todo esto sin caer en la sobreactuación fácil. Joaquin habla con sus ojos, refleja la angustia vital que le debora física y mentalmente. Por momentos me hizo recordar la mirada de Daniel Day-Lewis en su personaje de Pozos de ambición, pero también a un contenido -por una vez- Mel Gibson (creo sinceramente que es un personaje que, con menos edad, habría estado muy a su medida).

El contrapeso en la actuación se lo da de manera magistral Philip Seymour Hoffman, del que no acabamos de saber si es un profeta o simplemente un vividor. Esta línea de duda sigue todo el argumento de la película, que no contesta preguntas ni aclara incertidumbres de manera contundente dejando en manos del espectador la interpretación final de muchos interrogantes. Lancaster plantea los “agujeros en el tiempo” como método de terapia; pues bien, el argumento tiene también sus propios agujeros para que los rellenemos nosotros mismos.

La fotografía es de una belleza impactante, se recrea con la fealdad humana haciéndo que se nos plantee también como hermosa.

Por último destacar el trabajo de ambientación, francamente impoluto. Los personajes parecen realmente sacados de 1950. El vestuario, peluquería y maquillaje se complementa con una selección de secundarios y figurantes hecha con tino y maestría.
Eso sí, si lo que buscas es una cinta de acción trepidante, esta no es tu elección. El transcurrir de la misma es lento pero acompasado. Y las dos horas y cuarto se disfrutan así, con lentitud, obligándote a pensar si en tu vida también hay un amo, un “Master” que la controla.
Rafa_G
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