Planet 51 parte de la original perspectiva de preguntarnos que pasaría si fuéramos nosotros los invasores de un apacible planeta lleno de seres pacíficos y de cómo reaccionarían ante nuestra extraña presencia. Para eso, la película se sirve de un vanidoso astronauta norteamericano que aterriza en lo que desde la tierra parecía ser un planeta deshabitado. Allí tendrá que vérselas con el miedo de unos lugareños que ante la ilusa perspectiva que nuestro buen astronauta les convierta en zombis, no dudan en utilizar todo su armamento en su contra.

Sin embargo, como toda buena película de animación dedicada al público infantil, el largometraje no sólo se basa en las huídas y peleas del astronauta con el villano verde de turno; sino que también presenta una tierna historia en la que el valor de la amistad y una moraleja que pide luchar por lo que uno quiere prevalece.

La película acierta extraordinariamente en todos los efectos visuales, haciendo valer el enorme presupuesto dotado para ese fin. Sin embargo, hace aguas con un guión simplón y con alguna que otra broma que los más pequeños de la casa no van a entender.

Resulta curioso detalles como ambientar la sociedad alienígena en los alegres años de la norteamérica de primeros de los 50, o las fuertes críticas a la sociedad norteamericana.