En plena segunda guerra mundial, los relatos de L. Frank Baum sobre ese mundo fantástico llamado Oz cobró vida en una maravillosa película dirigida por Victor Fleming. Las limitaciones técnicas de la época no impidieron que jóvenes y adultos disfrutaran de las correrías de Dorothy y su perro Toto a lo largo del sendero de baldosas amarillas. Muchos años mas tarde, la factoría Disney intenta volver a recordar esa magia con esta precuela que cuenta como llegó el gran mago de Oz desde Kansas al mundo de Oz.

Ese volver al mundo de Oz empieza tal y como lo dejamos en el treinta y nueve, en Kansas, en blanco, negro y en formato 1.33:1. Sin embargo, ya no nos encontramos en la granja en donde creció Dorothy, sino en el circo ambulante en donde un mago de feria mujeriego y muy ambicioso trata de ganar dinero mientras trata con desdén a colaboradores y amantes. Cuando un tornado se lo lleva al mundo de Oz, veremos como realizar las mismas tareas que más tarde hicieran famosa a Dorothy, recorrer el camino de baldosas amarillas y enfrentarse a la malvada bruja del oeste.

No obstante, esta vez no hay hombres de hojalata carentes de corazón, espantapájaros descerebrados, ni acobardados leones que acompañen al protagonista. Estos, se verán remplazados por un mono parlante y una muñequita de porcelana con bastante mala leche. Precisamente ese es uno de los puntos flacos del film. La fuerza de la original no radicaba en la pequeña dorothy, sino en unos personajes secundarios muy carismáticos a los que estos nuevos no les hacen sombra.

Otro de los aspectos criticables de la película es su guión. Si bien, la historia es interesante, su guión no la corresponde bien. Éste resulta excesivamente infantiloide y simple a sabida cuenta que un prototipo de potencial espectador es un hombre adulto ilusionado ante la vuelta del mundo de hoz y tambien a sabida cuenta que la película original no era una película infantil.

Su dos grandes puntos positivos son, sin lugar a dudas, lo fantásticamente bien que está recreado el mundo de Oz y lo fiel que es a la película original y a los relatos de L. Frank Baum. En ese aspecto, mención al rescate que hace Sam Raini al pueblo de porcelana que fue injustamente olvidado por la película del treinta y nueve.

En cuanto a los intérpretes indicar que es una pena que el director de casting eligiera a un James Franco que demuestra una vez más que es un actor bastante normalillo. El resto bastante bien, en especial la emergente Mila Kunis.