Hace algunos centenares de años, un inglés de nombre William Shakespeare creó una obra teatral cuyo dramático final se debía al duro enfrentamientre entre las familias de dos jóvenes locamente enamorados el uno del otro. A partir de entonces, su argumento (o alguno parecido) ha sido una constante tanto en la literatura, como en el teatro, como en el cine.

Este musical parte de la idea de Romeo y Julieta y la adapta a un barrio marginal de Nueva York. En esta adaptación, no serán dos familias las que impidan el amor de los enamorados, sino dos bandas callejeras: los Sharks formada por puertoriqueños exiliados y los Jets formada por estadounidenses de origen irlandés.

Una de las virtudes que tiene la película es hablarnos de distintas realidades sociales atemporales como la marginación social, la integración de los jóvenes en bandas callejeras o las dificultades de los inmigrantes. En ese sentido, es importante recalcar la manera en la que ridiculiza esa xenofobia por parte de los Jets ya que éstos también son inmigrantes.

Dejando el lado argumental a un lado, he de decir que tenemos en frente una película tremendamente irregular: tan pronto hay escenas muy buenas, hay escenas muy malas; tan pronto como hay grandes canciones, hay mediocres canciones; y tan pronto como hay coreografias muy vistosas, hay coreografías que rozan lo ridículo. Gran parte de eso se debe a un caracter excesivamente teatral que hace perder naturalidad al guión y fuerza a la película.

Por el resto, destacer la canción America con una coreografía muy original y una letra llena de acidez, la interpretación de las tres actrices más importantes que aparecen en el reparto (en especial Rita Moreno), y su argumento. Sin embargo, la película es demasiado larga.