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España España · Cáceres
Voto de Tiggy:
2
Terror Paul y su novia Barbara están celebrando el éxito de su nueva empresa dot.com con su socio Howard y Vicki, su glamourosa esposa. Los cuatro están disfrutando de unas vacaciones en el barco de Howard, en la costa de Galicia. Inesperadamente, el barco choca contra un arrecife, quedando Vicki atrapada entre los restos. Mientras Howard se queda con ella, Paul y Barbara van al pueblo más cercano en busca de ayuda. Llegan a un decrépito y ... [+]
20 de marzo de 2020
2 de 2 usuarios han encontrado esta crítica útil
Tremendo adefesio de película dirigida por mi queridísimo Stuart Gordon que, lejos, muy lejos de crear una obra de culto como hizo en 1985 con Re-Animator ha conseguido, con más medios que dieciséis años atrás, hacer una obra infumable de factura española en la que se desaprovecha tanto al titán de Francisco Rabal como a una joven pero talentosa Macarena Gómez, así como los bonitos paisajes gallegos que se simplifican en calles con una iluminación ordinaria y, en el transcurso de casi todo el metraje, en interiores con decorados simplones e incluso con un diseño atroz. El argumento se basa en el naufragio de la navegación en la que están nuestros protagonistas debido a una tormenta repentina y su llegada forzosa a un pueblo en la costa de Galicia donde los aldeanos tienen un oscuro secreto. Argumento que no puede ser más burdo y predecible. El protagonista principal, Paul Marsh (Ezra Godden), acompañado de su novia Bárbara (Raquel Meroño), no observan nada extraño (y mira que es difícil) ni en el pueblo ni en sus habitantes, así que deciden separarse y tomar una cadena de razonamientos completamente absurdos e ilógicos para tratar de solventar su fatídica situación. He de recalcar en demasía la capacidad nula de actuar que tiene el dúo protagonista y que, acompañados de la lógica que tienden a emplear, se haga trabajoso el visionado, más si le sumas un guión que pareciera escrito por un niño de cinco años, unos planos que desafían completamente la física siendo estos absurdos, una secuencia de imágenes que rompen la continuidad narrativa en numerosas ocasiones, unos efectos especiales realmente bochornosos y un maquillaje que pareciera comprado en el bazar de la esquina. Tiendes incluso a empatizar con los antagonistas de la pena que dan; entre el vestuario cochambroso, el maquillaje y las voces hechas por un modulador de voz barato, sumado a la incapacidad de resultar una amenaza seria para nadie con dos dedos de frente, lo extraño sería que no te dieran un mínimo atisbo de pena. Considero un insulto que esta película esté dedicada a Francisco Rabal (el único que lo hace bien por razones obvias) y una vergüenza que, teniendo escenarios tan bonitos, no hayan sabido aprovechar ni eso. Prefiero que me desollen vivo antes que volver a ver esta mugrienta cinta. (1.5).
Tiggy
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