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España España · Barcelona
Voto de Gilbert:
3
Drama Gran Bretaña, en un futuro indeterminado. Alex (Malcolm McDowell) es un joven muy agresivo que tiene dos pasiones: la violencia desaforada y Beethoven. Es el jefe de la banda de los drugos, que dan rienda suelta a sus instintos más salvajes apaleando, violando y aterrorizando a la población. Cuando esa escalada de terror llega hasta el asesinato, Alex es detenido y, en prisión, se someterá voluntariamente a una innovadora experiencia de ... [+]
7 de febrero de 2010
101 de 177 usuarios han encontrado esta crítica útil
Lo peor que le puede pasar a un ser humano es no conocer sus limitaciones. Kubrick era un tipo con talento, con bastante talento, pero lo echó miserablemente a la basura.

En sus delirios de grandeza se creía un genio, y podía tener todas las cualidades que se quiera, todas excepto exactamente ésa: la genialidad. Los dioses tienen la cualidad de la perfección, algo con lo que estaba obsesionado Kubrick, pero paradójicamente tienen vedado esa cualidad tan humana de la genialidad. Sólo el ser humano tiene momentos de inspiración, algo que tiene que ver con cierta inconsciencia de la que carecía el talentoso pero errado Kubrick.

Una vez más, el perfeccionista megalómano saca su exprimidora comercial y ofrece a sus adoradores otra patata precocinada. Coge una novela breve de Anthony Burgess y la hace servir a sus intereses. A saber: cultivar el culto a la personalidad, la suya claro, metiendo nuevas técnicas modernas, que como todo lo moderno con el tiempo queda en antiguo; provocando porque sí para que hablen de él; y sobre todo haciendo que sus seguidores se sientan inteligentes, don sobrevalorado pero al que aspira todo el que no lo tiene. Es un burdo truco comercial, porque el cine, como todo arte, no ha de apelar a la inteligencia sino al gusto.

Naturalmente se cuidó como siempre en controlarlo todo. Hasta las salas de cine donde se estrenaba "La naranja mecánica" las eligió él. Todo por crearse un mito. Puro marketing dirigido a cinéfilos.

Kubrick podía haber sido un director buenísimo. Al igual que otros cinastas que no eran genios pero que sabían de sus limitaciones, por ejemplo Wyler, podía haber seguido haciendo excepcionales películas. Pero él no quería eso, quería ser "maestro", y para eso necesitaba alumnos. Lo consiguió. Entre las personas que creen que saben de cine, que al modo socrático personalmente creo que son los que saben menos, Kubrick los exprime como una naranja.

Si flipas con planos secuencias, travellings imposibles y demás chorrotécnicas tal vez te guste. Ahora bien, si crees que en el cine tiene que tener cierta magia inconsciente, en la que la obra se escapa de las manos del autor, sólo lamentarás que Kubrick se mudase de EE.UU. a Inglaterra para tirar patéticamente su talento a la basura. Naturalmente, tuvo lo que buscaba: éxito.
Gilbert
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