Empieza con un rótulo con la letra del mismo Bresson anunciando que: "Esta es una historia real. La presentamos tal como es, sin ornamentos."

Y posteriormente lo desmiente con una gran película que parece un homenaje al bricolaje. Tampoco me creo que en la historia real los personajes fuesen tan hieráticos. No hombre, no, un guardia no pega con ese silencio y tan burocráticamente. Al menos se ensaña para complacerse en el mal.

Pero que mienta Bresson no es un probrema. Gracias a Dios su pretenciosidad es fracasada, porque el cine no ha de presentar las cosas tal como son, lo importante son los ornamentos. Y en este apartado Bresson es donde luce más paradójicamente. La sensación de claustrofobia que consigue con esos encuadres de la celda, y esa despersonalización del enemigo está muy conseguida. El mérito de la cinta se rubrica en que pese anunciártelo en el título, te mantiene en tensión ante el desenlace. Hay que ser muy bueno para lograr eso, aunque digas mentirijillas.