Que difícil es expresar la magia que surge entre dos personas, que difícil es mostrar todos los detalles de aprecio que son inherentes al ser humano mediante una cámara, todo es tan difícil pero en Lost in Translation se vuelve fácil, sincero y humano.
Murray y Johansson consiguen un tándem perfecto donde abundan todas esas muestras de cariño que suelen pasar desapercibidas; miradas cómplices, una mano en el pie, bajar la vista y al mismo tiempo esbozar una mirada tierna, arroparte con la manta con el máximo cuidado, etc.
En fin, esta película llega al corazón, no importa el ritmo, no hay prisa cuando se trata de buen cine.
De las mejores películas que he visto.