Cuando era niño, me encantaba ir a los salones de arcadia y me encantaba que los mayores rodearan la maquinita en la que estaba jugando, me encantaba cuando mi mamá me iba a sacar de esos lugares y sobre todo me encantaba esa sensación que te producía el poder mover 6 botones de un jalón, eso era impresionante.

Esos eran nuestros tugurios de mala muerte de la infancia, un equivalente a un bar nudista o a otra cosa en la actualidad (como adulto), eran lugares sagrados, eran nuestros templos de diversión y nada representaba mejor la época que “Street Fighter”, recuerdo que cuando leí en una revista que tendría película me emocioné tanto que no podía esperar a verla,… pero el tiempo pasaba y pasaba… y pasaba, y no la estrenaban en el cine de mi ciudad. Y nunca entendí porque motivo no había llegado, hasta que llegó la maravilla del videoclub y sus poderosas cintas “Beta“.

Y fue ahí cuando entendí lo que había pasado, no me quedaban más dudas, lo que tenía ente mi, era un trozo de basura pura y de no ser porque tenía que devolver la cinta la hubiera quemado ahí mismo, me habían insultado, y no sólo a mí, habían insultado a mi generación .
El tiempo ha pasado y la TV por cable pasa mucha basura entretenida, pues un día me tope con esta cinta y tratando de darle otra oportunidad intenté verla ya con ojos de adulto y … me produjo la misma sensación que en la época de niño, en esta ocasión no podía tirar la TV por la ventana, vivo en un 5to piso y hubiera podido matar a alguien que no se tiene la culpa de lo mala que es.

No hay nada que rescatar de la cinta, no hay guión, no hay efectos, no hay actuaciones. Todo es un gran montón de situaciones puestas ahí con el único objetivo de tratar de mostrar a la mayor cantidad de personajes, no importando que no encajen. Es como si quisiéramos hacer un licuado con leche, manzana y… un calcetín.