Survival político con el trasfondo del conflicto norirlandés en el violento año que le da título. Tras una escaramuza fallida del ejército británico en un barrio católico, uno de sus soldados termina perdido en una zona que no conoce, teniendo que huir frenéticamente mientras es perseguido no solo por los que considera sus enemigos.

Lo mejor es, sin duda, ese retrato del conflicto que no salía en las noticias. Los pactos bajo cuerda entre los, a priori, enemigos irreconciliables, cada uno con sus propios fines, y las diferentes facciones del IRA, donde la brecha generacional también marcaba la diferencia en lo tocante a objetivos y tácticas.

También se esmera en mostrar como la degeneración del enfrentamiento también es una degeneración moral; a veces es difícil saber si las metas políticas son el motivo para perpetrar actos execrables o son solo una excusa para que el carácter psicópata de quienes las enarbolan campe a sus anchas. Es cine político comprometido, sin duda incómodo para los implicados, pero también un eficaz y angustioso thriller.