Bizarra propuesta en la que se fuerza la suspensión de la credulidad en pos de una situación metafórica que, según leo, no todo el mundo entiende. A punto de suicidarse, Hank descubre un cadáver en la playa. A partir de ahí comienza a vivir una serie de aventuras con su nuevo "amigo".

La situación de Hank no se aclara hasta el tramo final, y en la hora y media previa asistimos a una especie de revisión del "Naufrago" de Tom Hanks, solo que esta vez el papel de la pelota Wilson recae en un muerto. Un muerto que no para de soltarse pedos, elemento que se utiliza como gancho cómico en una historia profundamente amarga y turbia.

Un historia sobre la soledad, sobre no sentirse aceptado, sobre sentirse raro a ojos de todos, sobre la incapacidad de encajar en una sociedad y la angustia y desesperación que se siente al no ser capaz de hacerlo. Hasta el punto de inventarse una vida paralela, por disparatada y pedorreica que sea. Es tan triste que han tenido que meterle lo de los pedos para que no resulte tan oscura y deprimente.