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Voto de KlingonCome:
5
29 de enero de 2023
4 de 5 usuarios han encontrado esta crítica útil
A medio camino entre la comedia negra y el thriller psicológico, no estoy seguro de si me ha gustado o si me han endosado el fiasco del año. Una pareja acude a una isla para, en compañía de varias celebrities, disfrutar en exclusiva del menú de un reputadísimo chef. Pero la cena será más macabra de lo esperado.
La película empieza con interés, presentando a personajes y situación de forma que nos enganche. Los mejores son Fiennes y Taylor-Joy, por supuesto, pero destacaría el papel de tontolaba de Hoult, muy conseguido. A medida que avanza la cosa va cogiendo un tono más burlesco y esperpéntico, alejado de lo que entendemos como un relato veraz. No nos queda otra que aceptar que estamos ante una alegoría, una representación en la que se sacrifica la coherencia narrativa convencional para impulsar un mensaje. Es lo que nos queda dado lo absurdo y extremo de los comportamientos que observamos.
Sin embargo, también percibo cierta carga sermoneadora, y eso ya me molesta más. El chef, en sus peroratas, parece un sacerdote predicando su homilía dominical. Oiga, si está harto de su trabajo y de todo lo que le rodea, del mundo del que forma parte y que ha ayudado a moldear, solo tiene que dejarlo. Montar todo ese número para hacer catarsis es el colmo de la psicopatía. Puedo simpatizar con cómo se siente pero no con cómo lo expresa. Mención aparte merece el equipo con que cuenta: más que cocineros parecen soldados de las fuerzas especiales. Pero como es todo una parábola, nos lo tenemos, nunca mejor dicho, que comer todo. No me quedo al postre.
La película empieza con interés, presentando a personajes y situación de forma que nos enganche. Los mejores son Fiennes y Taylor-Joy, por supuesto, pero destacaría el papel de tontolaba de Hoult, muy conseguido. A medida que avanza la cosa va cogiendo un tono más burlesco y esperpéntico, alejado de lo que entendemos como un relato veraz. No nos queda otra que aceptar que estamos ante una alegoría, una representación en la que se sacrifica la coherencia narrativa convencional para impulsar un mensaje. Es lo que nos queda dado lo absurdo y extremo de los comportamientos que observamos.
Sin embargo, también percibo cierta carga sermoneadora, y eso ya me molesta más. El chef, en sus peroratas, parece un sacerdote predicando su homilía dominical. Oiga, si está harto de su trabajo y de todo lo que le rodea, del mundo del que forma parte y que ha ayudado a moldear, solo tiene que dejarlo. Montar todo ese número para hacer catarsis es el colmo de la psicopatía. Puedo simpatizar con cómo se siente pero no con cómo lo expresa. Mención aparte merece el equipo con que cuenta: más que cocineros parecen soldados de las fuerzas especiales. Pero como es todo una parábola, nos lo tenemos, nunca mejor dicho, que comer todo. No me quedo al postre.