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Voto de KlingonCome:
6
Terror Un consejero y criminal se refugia en una posada rural sin saber que un grupo de hombres-lobos hambrientos rodean el bosque en el que se encuentra. (FILMAFFINITY)
22 de noviembre de 2020
5 de 5 usuarios han encontrado esta crítica útil
Pintoresco proyecto inglés de bajísimo presupuesto que no podría definir más que como teatro filmado. En lo que parece la Inglaterra victoriana, un carruaje se detiene en una posada para guarecerse en una noche de tormenta. Durante la noche, los huéspedes serán atacados por los posaderos, que tienen un oscuro pacto con una terribles criaturas salvajes del bosque.

La caradura que le ha echado el tal Charlie Steeds, director, guionista y productor, además de responsable de fotografía, es de las que hacen época. Ha rodado en lo que, todo indica, es una casa de turismo rural, gastándose apenas unas libras en diseño de producción; los escasos exteriores parecen filmados en el parque urbano de al lado de su casa; el atrezzo de pega, en especial esos cuchillos de corchopán, canta desde casi antes de aparecer. Y aún así, le ha quedado un producto que no solo supera expectativas, es que llega a divertir. De la necesidad ha hecho virtud, qué demonios, ha sacado petroleo. Con tan ínfimo presupuesto no esperen que también de miedo. La hilaridad está presente desde los primeros compases, a lo que ayudan esas declamaciones de los actores, tan teatrales. Luego acompaña una banda sonora más que digna, incluso notable, que ayuda a hacer incluso emocionantes escenas que de otro modo resultarían bochornosas.

Como es natural, el argumento no está muy trabajado, y se reduce al típico de lugar cerrado asediado por los bicharracos de turno, pero mantiene un buen sentido del ritmo. Los hombres lobo, pues a ver, son actores disfrazados haciendo poses a lo Predator, y que son mostrados con pelos y señales, nada de insinuar, en una muestra de desparpajo, atrevimiento y "melasudismo". Ni siquiera el disfraz de peluche permite que abran la boca, pero a Steeds no le importa. Su juego es otro, el estilo cuasi guiñolesco, que me recordó a El Ejército de las Tinieblas, de Sam Raimi; los diálogos chispeantes y el esperpento autoconsciente. Con el aderezo extra de grotescas escenas escatológicas y algún detalle de cutre gore. La estupidez de algunos personajes saca de quicio, pero estamos ante algo solo superior a un proyecto de fin de carrera de un estudiante de cinematografía, y aún así, me lo he pasado mejor que con películas de factura hollywoodiense. De modo que cojan unas cervezas, unas patatas fritas y disfruten de la función.
KlingonCome
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