Insulso slasher que cumple con la misión de entretener sin ir más allá. Una pareja es secuestrada por una familia de delincuentes, pero estos no saben la clase de personas a las que se van a enfrentar.

A priori, un enfoque en el que ninguno de los antagonistas merece nuestra empatía podría haber sido curioso. Un malvado carismático, meticuloso y con aires de sofisticado, en una onda Hannibal Lecter, frente a una familia de delincuentes desagradable y barriobajera. No se saca nada bueno en claro ya que todo se reduce a que el primero se las sabe todas y sale airoso de todo, mientras que los otros son unos metepatas asquerosos condenados de antemano. Un dibujo de personajes grosero y bastante holgazán.

Ni el presunto carisma del personaje principal salva los muebles, ya que no queda claro qué le mueve ni por qué hace lo que hace. Todo parece un pretexto para una sucesión de escenas sangrientas en las que lucir efectos de maquillaje artesanales. No hay ni una gota de profundidad, porque las únicas gotas que cuentan son las de sangre. Te mantiene despierto y eso la salva del suspenso.