Peliculilla indie sobre sectas que le da la vuelta a la historia del programador de sectas. Ansel es un profesional que desengancha a los captados por sectas caído en desgracia. Cuando parece ya camino de la ruina, recibe la oferta de un matrimonio mayor para rescatar a su hija.

El retrato que se hace del especialista en sectas sumido en la decadencia es de lo mejor, hundido moralmente y con deudas que le agobian. Cuando comienza la relación con Claire la cosa se retiene y no se desarrolla como me hubiera gustado. Los problemas personales de Ansel ocupan demasiado tiempo y nos hacen desviar la atención del proceso de desprogramación, que no nos detallan ni se siente fluido. Se supone que transcurren días pero el montaje no lo hace ver con acierto. Si nos dicen que todo pasa durante una tarde casi que nos lo podemos creer.

La acción cae sobre los dos protagonistas, que llevan a hombros la función. El habitual secundario Leland Orser se gana su papel protagonista, trasmitiendo la fragilidad y la endeble determinación propias de alguien al borde del colapso. M. E. Winstead luce magnética y resultona. La cinta en general no nos pone en mucho apuro ni consigue generar apenas algo de inquietud.