Cine de zombis francés, no se si llamarlo cine de zombis de autor. Un joven que asiste a una fiesta se queda dormido y al despertar descubre que se ha producido un apocalipsis zombi y que él está atrapado en un bloque de pisos del que no puede salir sin riesgo de ser devorado.

Propuesta minimalista que pretende recrear lo cotidiano del aislamiento fruto de una situación anómala y peligrosa. Rápidamente nos topamos con algunos problemas, el principal de los cuales es su protagonista. Sin rodeos, parece medio tonto haciendo cosas incomprensibles. Al principio se comporta como un turista de vacaciones en un piso de Airbnb, y luego hace locuras impropias de su situación como ruidos estridentes, ponerse música en auriculares para no escuchar lo que pasa a su alrededor o prender hogueras sin sentido. Se supone que el aislamiento te vuelve tarumba pero este ya parece que llegó idiota al primer día de rodaje.

Sin apenas música y con pocos diálogos, la película languidece sin la menor simpatía hacia su casi único protagonista, y con la sola curiosidad de ver que desenlace le dan. El final, por supuesto, es tan inane e insulso como la hora y media previa. Según se ve, se olvida.