Esta segunda entrega de todas las basadas en las andanzas de ese penoso personaje, y detective privado, que se dio a conocer en el cine español a través de Santiago Segura, y que responde al nombre de Torrente, sin duda es la mejor de ellas. En parte, probablemente, esto se deba a la presencia de Gabino Diego, pero también posee cierta entidad propia y algún gag bastante bueno, curiosamente, estos, son los más blancos, los que más se apartan, de la a veces, todo hay que decirlo, ordinariez habitual en esta saga.

Sé que este fenómeno, más que obras cinematográficas propiamente dichas, desata muchas pasiones encontradas. Para unos, son odiosas y aun vomitivas. Pero otros, sin embargo, las encuentran tremendamente divertidas y se tiran por los suelos de la risa. Y en mi opinión, si en algo les sirve, les diré: que salvo ésta -“Torrente 2: Misión en Marbella”- y quizá algo la primera, me parecen totalmente prescindibles. Aunque sí le reconozco una cosa, en cierto modo, emparenta con la novela picaresca de los siglos XVI y XVII, no quisiera hacer odiosas comparaciones, pero guardando las distancias, a ratos me la recuerda. Y esto me recuerda, a cierto párrafo dentro de un prólogo, creo que de Marañón, que leí en una edición de, la primera y más cumbre obra de este género, “La vida de Lazarillo de Tormes y de sus fortunas y adversidades” (anónimo -1554-), en el que se venía a decir, y hablo de memoria: “...cierto es que la literatura picaresca fue tan difundida en nuestro país que en el mundo ya no fueron los españoles conocidos por otra cosa, pero esto resulta bastante injusto, porque si, justamente, en aquellos momentos de La Historia, en algunos casos fuimos hegemónicos, cuesta pensar que en todo fuésemos los últimos. Además si fuera prefieren resaltar nuestras miserias, en vez de las suyas propias, allá ellos. Y por otra parte no hacía ninguna falta; ya que nosotros mismos nos hemos bastado y sobrado para ello...”

Con esto sólo quise hacer notar, aunque quizá exageradamente, que a veces hay que reírse de uno mismo, y no hay porque enfadarse con lo que sin duda son caricaturas que no deben tomarse al pie de la letra. Aun así he de reconocer que a mí también me desagradan ciertas facetas de este fenómeno de las pantallas hispanas, pero en esta ocasión se lo perdono, pues me reí bastante, y le hallé cierta originalidad parodiando las pelis de James Bond.

Y deseando que a la presente se hallen bien, se despide de ustedes, su seguro servidor, Torrente, José Luis Torrente.