Lo mejor de ella es su última parte. Una parte final magnífica, en la que un sorprendente Bogart despliega todo su talento mientras distrae una de sus manos con unas bolas de acero, para una cinta demasiado larga para los cánones de la época; y a la que en verdad quizá le sobre algo de su metraje, sobre todo el que ocupa esa historia intermedia en relación con el más joven de sus protagonistas que se pierde en la nada y nada aporta a la trama central y verdadero leitmotiv de la película.

Como ya he dicho nos encontramos con un Bogart distinto; dando vida a un personaje inseguro, indeciso y totalmente alejado del estereotipo de tipo duro y decidido que tantas veces, y tan bien, representó a lo largo de su carrera, pero a la vez posiblemente nos hallemos ante unos de sus mejores trabajos.

"El motín del Caine" es todo un clásico; una película imprescindible en la brillante trayectoria de Humphrey Bogart, y que no debe perderse todo aquel que admire a este legendario actor.

Por otro lado como obra cinematográfica puede que haya sido algo sobrevalorada, probablemente por todo lo antes mencionado, siendo en sí solamente un adecuado melodrama en el ámbito de los valores militares y de los consejos de guerra, eso sí con un final esplendoroso por el que vale totalmente la pena verla de inicio a fin.