Al adaptar un libro al cine uno puede ser escrupulosamente fiel a la trama, escrupulosamente fiel al espíritu de la obra o, como en tantos casos, a ninguno de los dos. La novela de Barry es compleja y, a pesar de que se considera un clásico infantil, un niño no puede disfrutarla como un adulto, pues no ha experimentado la emoción central que inunda la obra: la nostalgia de la infancia.

"Peter Pan" (1924) cumple con la trama, pero se olvida del espíritu con el que fue concebida la obra original. A pesar de eso, es divertida, emocionante y estéticamente bonita. Vista 90 años después de su estreno, llaman la atención sus efectos especiales, su ruptura con la cuarta pared (rollo Dora la Exploradora) y su continuidad con el imaginario de las primeras ilustraciones y las películas posteriores, de forma que el espectador no se siente extraño a pesar del abismo temporal que nos separa.