Haz click aquí para copiar la URL
Voto de Felipe Critic:
9
Terror Cosas extrañas comienzan a suceder en casa de los Graham tras la muerte de la abuela y matriarca, que deja en herencia su casa a su hija Annie. Annie Graham, una galerista casada y con dos hijos, no tuvo una infancia demasiado feliz junto a su madre, y cree que la muerte de ésta puede hacer que pase página. Pero todo se complica cuando su hija menor comienza a ver figuras fantasmales, que también empiezan a aparecer ante su hermano. (FILMAFFINITY)  [+]
14 de septiembre de 2018
4 de 4 usuarios han encontrado esta crítica útil
Todo es verdad. El psicológicamente brutal e inquietante debut como director de Ari Aster es una proeza de cine sobrenatural conjurada a partir de una óptica convincente que recoge del espiritismo, la demonología y la nigromancia una mitología lo suficientemente perturbadora como para incomodarnos profundamente con uno de los filmes de horror independientes mejor elaborados a nivel visual y de escritura del nuevo siglo. Es poco decir que se te queda bajo la piel tan pronto como los créditos ruedan, dejándote un mal agüero y una inseguridad inusual hoy en día en el cine que desaparecerá con un siniestro cloqueo. La más oscura perversidad se esconde tras caras familiares.

Poco conocido en el mundo audiovisual mainstream, Aster— Nueva York, 1987 —empezó a labrarse un nombre dentro del medio con sus valerosos y bizarros cortometrajes (“The Strange Thing About the Johnsons”), aquellos que fueron suficiente aliciente para que la productora A24 le concediera su apoyo para dar su tenebroso gran salto al mundo del celuloide. Acreditándose como único director y guionista— una garantía infrecuente teniendo en cuenta los increíbles frutos,— este cineasta americano, absoluto nuevo punto de mira para los grandes estudios, consolida su idea y carrera con solvencia apabullante, seguridad exquisita y tranquilidad necesaria para dejar a todos sin cabeza; es magistral el manejo que tiene de las herramientas cinematográficas que posee, perceptible con cada controlada y llena de significado escena en la que el dominio de cámara, guion y actores se convierten en asideros cardinales para conferir tremendo impacto a una tragedia familiar oscuramente penetrante vista desde afuera, pero inquisitivamente traumatizante con una revisión mucho más aguda en la que yace una historia de perdida, perdón, cordura, familia, unión y, lo mejor de todo, demonios humanos e inhumanos.

A grandes rasgos, el primer gran paso corresponde a la excelente escritura de la historia. Como buena cinta de horror de los últimos años, la savia argumental es hallada en el instante en que se explore bajo la superficie, el tesoro del que se habla está en el contenido metafórico de la obra, envuelto por la tenebrosidad e inquietud que hilvana el filme. Este encierra un fuerte e intrínseco enfoque nigromántico entorno al mundo espiritual, pues, de hecho, este es el principal propulsor de la trama; asimismo, amén de ese delicioso y siempre atrayente tema de base, tiene lugar un drama familiar pesimista y poderoso, por el que cruza concienzudamente la sanidad mental, el dolor de la pérdida, las cadenas familiares, el peso de ser parte de un grupo y la responsabilidad que conlleva estar dentro de este. Pero también como buen filme de horror de los últimos años, el filme debe funcionar igual de bien si se le evalúa desde el exterior, y aquí todos los elementos están en el orden preciso para quebrantar los nervios hasta del más reticente espectador, por supuesto, la paciencia surge como principal requisito. En esa área es donde mejor trabaja. Ya desde el inicio se instaura qué clase de atmosfera manejará el cineasta a lo largo del filme, como por ejemplo lo hizo con maestría David Robert Mitchell en “It Follows.” La escena de apertura con un paneo a través de la habitación de trabajo de Annie, la protagonista, insta a sumergirnos en su pequeña casa embrujada, un lugar en donde la muerte sí significa muerte. Ese es un recurso que la película respeta, demostrándolo con la importancia que el espectador requiere, pues a diferencia de “It Comes At Night” de Edward Shults y de la misma casa productora, las escenas más crudas no caen tarde o temprano en una especie de visión o pesadilla, el relato las trata como una significante e irreversible realidad, es el destino del juego.

El filme, como un todo, es una experiencia espeluznante y constantemente impactante, sin embargo, siendo objetivos y selectivos, hay cerca de cinco secuencias sencillamente premiables, cuadros con un ritmo y un factor sorpresa tan patéticamente horroroso que te deja con la boca abierta de par en par por más de un minuto entero, ciertamente no comprendes con claridad por qué acaba de suceder eso, pero unas vez estés lo suficientemente ligado a los personajes y a la mitología, ese estado de shock adquiere sentido. En tales secuencias, se aprecia el gran cariño y respeto a los grandes y raramente recordados clásicos del horror a través de venias narrativas, sin embargo, “Annabelle: Creation” vino a mi mente en el momento en el que todos, literalmente, perdemos la cabeza; obviamente el filme de Edward Shults también gana reminiscencias; “The Killing of a Sacred Deer” en su natural capacidad de perturbar en un dos por tres o el increíble debut de época de Robert Eggers con “The VVitch: A New-England Folktale”, con la cual mantiene semejanzas muy cercanas.

No es una opinión hiperbolizada: Toni Collette sí merece un Oscar; el que necesite pruebas tan solo que compre un boleto de cine, el que necesite pruebas ponga especial atención a ese magnánimo monologo en el grupo de apoyo o a esa “habitual” discusión familiar en la mesa. Collette debe seguir siendo la cara de este filme ya que este es su filme con todo derecho, su tour-de-force ha llegado.

No hay duda de que “Hereditary” de Ari Aster es uno de los filmes del año debido a interpretaciones de otro planeta — hablando incluso de una posible nominación en los Premios de la Academia o los Globos de Oro, — una dirección inmejorable para un filme de horror y una historia de demonios, secretos y herencias que se coce a fuego lento, pero con una candencia esquizofrénica y psicológicamente efectiva que avanza a toda velocidad bajo la superficie como un ser reptante, anheloso de perjudicar nuestros sueños, y lo ha logrado. Visceralmente impredecible, visual y argumentalmente aterradora y narrativamente bien desarrollada, Ari Aster es el Robert Eggers del 2018 gracias a uno de los filmes más terroríficos del año y de la década.
Felipe Critic
¿Te ha resultado interesante y/o útil esta crítica?
arrow