Se sabía que la entrega en solitario de un biopic de un personaje tan norteamericano como Jackie Kennedy debía tener una carga de responsabilidad, sobre todo de la gente estadounidense inmiscuida. Por eso sorprende el hábil manejo que hace Pablo Larraín de la historia, brillantemente escrita, en su primer filme en habla inglesa.

Apoyado por una gran Natalie Portman en el rol principal, la visión del director chileno es opresora, e incluso depresiva, al contar en un primer acto los preparativos de la ex-primera dama para el sepelio de su esposo; entrelazado con flashbacks; y entrevistas durante y después de su estancia en la casa blanca.

Pocas veces he visto la relevancia que tiene la banda sonora en una película como la que aquí tiene el inquietante score de Mica Levi. Se palpa la feminidad en cada instante pero al mismo tiempo ese presentimiento de que algo se esconde o que se avecinan calamidades. Y suceden.

Valores de producción excelentes y con gran desempeño del reparto, Larraín hace un gran debut en el mercado anglosajón.