O sea, el Almodóvar fresco, espontaneo, irreverente, chisposo y con gracia de sus primeras películas. Antes de convertirse en no se sabe bien qué.

Argumento disparatado, sí, pero adecuadamente desarrollado, personajes muy bien definidos y creibles, gran ambientación, dirección con ritmo y unas interpretaciones memorables de Carmen Maura y María Barranco en unos papeles perfectos para ellas. Buenos secundarios, con un jovencísimo y casi irreconocible Antonio Banderas, el eterno galán Fernando Guillén, una siempre eficaz Julieta Serrano y Rossy de Palma haciendo de Rossy de Palma.

Muy buena película, que sin ser una obra maestra es imprescindible para cualquier cinéfilo.