Haz click aquí para copiar la URL
España España · Barcelona
Voto de Risard:
7
Terror. Fantástico La prematura muerte de su madre durante un parto, arranca violentamente a Víctor Frankenstein de su idílica vida en Ginebra. Desde ese día, la idea de vencer a la muerte será su obsesión y, por ello, decide estudiar medicina en Ingolstadt. Allí conoce al siniestro profesor Waldman, de quien se rumorea que pasó su juventud estudiando la posibilidad de crear un ser humano. Víctor no sólo se interesa por sus experimentos, sino que está ... [+]
22 de mayo de 2012
Sé el primero en valorar esta crítica
Un animado Francis Ford Coppola, después de su triunfo tras la aclamada 'Drácula', decidió adaptar la novela de la innovadora Mary Shelley, que triunfó en un 1818 donde predominaba un estilo gótico que enamoró a toda una generación, en realidad, a una tras otra hasta llegar a nuestros días. Coppola otorgó a Kenneth Branagh (dudosa elección) la silla de director debido a su apogeo artístico en 1994. Ambos, con grandes diferencias creativas consiguieron un resultado bastante notable, aunque ensombrecido por su producción anterior.

La shakesperiana visión de Branagh hizo que la obra desbordase un desmedido romanticismo que la pieza original ya poseía. La pasión descontrolada nos arroya a través de un oleaje de vehemencia y tragedia que van de la mano consantemente. La historia es contada en flashback, comenzando con el capitán Robert Walton donde queda encallado en el hielo en busca del polo norte, y obsesionado por su afán de superación en descubrir el norte magnético siendo el primero en pisarlo. Walton se encuentra con un extraño hombre llamado Víctor Frankenstein, un doctor que a su semejanza, también tuvo el ansia de desmarcarse como hombre por encima del resto, triunfar en la hazaña nunca vista y ser tan respetado como reconocido. Si hay algo de lo que su director nos empapa en esta historia contada dentro de otra historia, es su pasión por la emoción, por el drama y su teatralidad desmedida. El doctor Víctor (protagonizado por él mismo) transmite la mima pasión que como director ya hace que la historia sea de una emocionalidad superior.

La comparativa con Dios es en esta historia, ineludible, tanto Víctor como creador y Branagh como director, se colocan en un trono construido por ellos mismos pese a sus detractores, irradian cierta prepotencia con la que más adelante tendrán que acarrear en consecuencias fatuas. Víctor, por crear vida donde no hacía falta, simple y llanamente por equipararse a un Dios que es irrebatible, pues las consecuencias parecen el castigo por compararse. A Branagh por querer ser el Shakepeare del cine, cuyo papel ya se ganó el magnánimo Laurence Olivier. El hombre siempre ha utilizado la ciencia para equipararse a un Dios que a su vez niega y cae en su propia trampa continuamente, pues la doctrina de la ciencia siempre va por detrás del hombre, de la experiencia vivida. Magnificando plano a plano, acompañado de una escenografía maravillosa y un vestuario, que como bien sabemos, destaca por su belleza, en pro del siglo XVIII, grandifica la historia embelleciéndola como ella bien merece, pues la época romántica era especialista en su labor de defender tales valores. La criatura, que contrasta a esa belleza y exuberancia con la que viven la rica familia del doctor y sus allegados, ofrece un sentimentalismo sorpresa por parte de la criatura que bajo el abandono paternal, y el miedo causado por esa falta, cae en las garras de la sociedad, una sociedad aterrorizada por enfermedades, pobreza y miedo arrastrado por la Santa Iglesia durante siglos, convirtiéndose así en 'El Monstruo'.

Los pequeños cambios (a veces necesarios, otros irreverentes) aquí se hacen harto interesantes, como la transformación del romance, de viva a revivida, interpretada por una bella Helena Bonham Carter. ¿Es el amor capaz de ser revivido? ¿Reviven las llamas de relaciones pasadas? Creo que Branagh nos da una clara respuesta, de que lo muerto, muerto está, es más, si decides revivirlo, un monstruo será. Tremendo e interesantísimo giro, gestionado en sus guionistas, al que cabe destacar a Frank Darabont, el mejor adaptador de Stephen King al cine, dirigiendo tres obras maestras a la gran pantalla. Pero hablemos de la criatura, que es el eje central de la historia, ese ser que formado por diferentes partes de otras personas y con un alma creada a través de agua y electricidad, sin saber muy bien de qué parte metafísica proviene, busca una identidad, esa identidad que su padre le negó y tan importante es para nuestra existencia individual. La figura paterna, esa energía de direccionalidad, acción y construcción que tan importante es en la infancia, sobre todo en la entrada a la pubertad, se mantiene privada. La madre crea y el padre construye, y aquí, nuestro querido doctor Frankenstein son ambas, y ambas ausentes. Es obligatoriedad citar el impresionante monstruo creado por un magnífico Robert De Niro, como la mejor criatura vista en las adaptaciones de esta historia en el cine. La aventura cierra el ciclo con un epílogo igual que su prólogo, rodeado de hielo, y con hombres, esta vez, encontrando respuestas, unos pagando el precio y otros rectificando su ambición, y dejando así emburbujada en un halo onirista esta hermosa adaptación. Y en su desesperación, el hijo, llora todo aquello que nunca se le entregó, pero comprendiendo el motivo de su creación, harto envidiada por el ser humano.

Indudablemente se firma una película de grandes proporciones en todos sus aspectos, la vehemencia de su actor y director, la grandilocuencia de su guionista, un diseño majestuoso de su productor y unas interpretaciones encajadas en el romanticismo más bello que de esta profunda historia se haya visto en el cine. No obstante la desmedida pasión de su director la empequeñece una pizca al lado del monstruo adaptado por Coppola dos años antes, y pese a eso, consiguen realizar la mejor adaptación de la novela que se pueda ver.

Para más críticas en instagram; @risard_egoteabsorbo
Risard
¿Te ha resultado interesante y/o útil esta crítica?
arrow