Magnífico ejemplo de ciencia-ficción modesta pero efectiva, hermanada con otro clásico de la época estrenada pocos años antes, “La invasión de los ladrones de cuerpos” de Siegel, en cuanto a la capacidad de generar misterio e inquietud desde la alteración de lo cotidiano, introduciendo elementos sospechosos en la vida diaria que vayan creando desasosiego.

Humilde en cuanto a medios pero ejemplarmente eficaz en la puesta en escena, no requiere de efectos especiales estruendosos para causar impacto ni generar tensión, pocas cosas nos inquietan tanto como la amenaza latente a nuestro alrededor, que sin llegar a concretarse en un primer momento, sino simplemente dando muestra de su desarrollo conspirativo, nos afecta psicológicamente, amedrentando nuestra convivencia y amplificando los temores compartidos.

La presencia de esos niños rubios platinos, de ojos brillantes, vestimenta idéntica y que forman un grupo hermético entre ellos, sigue resultando perturbadora todavía hoy en día. Y no sólo su apariencia, por su conducta serena, cargada de confianza en sí mismos y la inteligencia que demuestran muy superior a la edad que aparentan, acentúan la sensación extraña, turbadora y de desconfianza. Aún más si cabe cuando muestran una absoluta falta de sentimientos y empatía, considerando al resto de personas débiles por dejarse llevar por los sentimientos en lugar del intelecto, lo cual les resulta ilógico y casi patético.

Lo curioso y destacable es que los conflictos en los que se ven envueltos, y por los que finalmente son tomados como una amenaza para la comunidad, no son achacables a su conducta, ellos no inician nunca confrontación alguna. Son más bien reacciones defensivas a lo que consideran muestras de peligro o rechazo: las burlas y provocaciones de los otros chicos, el casi atropello accidental por parte de un conductor despistado, la presencia del vecino que quiere ajustar cuentas con ellos portando una escopeta… son sus reacciones desproporcionadas lo que les convierte en un peligro para el pueblo, precisamente por la insensibilidad de la que presumen y que les lleva a tomar decisiones drástica frente a las amenazas, eliminándolas sin más. En varias ocasiones proclaman que sólo quieren vivir en paz y tranquilamente marginados del resto, pero cuando se sienten amenazados no dudan en tomar medidas contundentes. Durante un gabinete de crisis entre militares, políticos y científicos se comenta que en otros lugares del mundo han nacido niños similares; en unos casos los gobiernos hicieron desaparecer del mapa el pueblo entero, en otros directamente fueron exterminados al nacer al detectar sus rarezas.

En este punto pueden verse similitudes con otros clásicos del fantástico como “King Kong” o “Frankenstein” a vueltas sobre la tendencia humana a rechazar todo lo que le resulta diferente y extraño, y por tanto, amenazante. No es gratuito que precisamente el único personaje que muestre predisposición a querer comprender a estos niños, e incluso los admire en sus virtudes, sea un hombre de gran formación académica e inquietudes científicas.

Un argumento que podría hacer aguas por todos lados, el del pueblo medio perdido en la campiña inglesa que sufre una serie de acontecimientos inexplicables y casi absurdos, primero el desvanecimiento de todos sus habitantes durante unas horas, seguido del embarazo de todas las mujeres en edad fértil para engendrar sin que haya intervenido ningún hombre en el proceso, y por último el nacimiento de unos niños de apariencia humana pero con algunos rasgos y cualidades extrañas, se mantiene admirablemente en tensión in crescendo gracias a una dirección que fomenta la sensación de extrañeza y desorientación, ¿realmente están pasando esos hechos irracionales?, ¿se trata de alguna intervención extraterrestre?, ¿una mutación genética?, ¿qué tienen pensado hacer cuando crezcan más y sus poderes sean aún más poderosos? Se va generando así un terror silencioso que empuja a que se tomen decisiones urgentes y precipitadas, mientras la angustia y el miedo crecen sin parar
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Un gustazo de película misteriosa y enigmática que demuestra que una historia bien contada no necesita de fuegos artificiales, bonitos pero vacuos.