1939 fue un año prodigioso para el cine de aventuras coloniales, “Beau geste” de William A. Wellman, “ Gunga din” de George Stevens o “La jungla en armas” de Henry Hathaway, se encuentran entre lo mejor del género y siguen perdurando hoy en día como ejemplos de cine vibrante y entretenido.

Hathaway repetía la fórmula de los tres amigos destacados en tierras lejanas, como en “Tres lanceros bengalíes”, de nuevo con un Gary Cooper estelar como cabeza de cartel, que bajo la excusa de loar a las tropas locales filipinas que lucharon por su independencia, narra las aventuras del último destacamento del ejército americano que a duras penas consigue contener la invasión de los moros.

Henry Hathaway era uno de esos directores todoterrenos capaces de llevar a buen puerto proyectos casi en cualquier género, que seguramente serían tratados en su época como buenos artesanos a cargo de las productoras, pero que se han ido revalorizando hasta nuestros días debido a unas señas de autoría incontestables y a una calidad narrativa fuera de toda duda. Es raro encontrarle una película floja, y en cambio su filmografía está jalonada de multitud de obras estimables. En estos años 30, por ejemplo, su aportación es realmente magnífica. Además, tenía un don especial para rodar en exteriores, en escenarios naturales, encuadrando perfectamente la historia en el entorno y haciendo que fuera una parte condicionante de lo que acontecía. “Lobos del norte”, “El camino del pino solitario” o “El pastor de las colinas” son muestras perfectas de su habilidad es ese aspecto.

Como buena película de aventuras que se precie, La jungla en armas” aporta emoción, toques exóticos, pinceladas románticas, escenas impactantes y, en la parte final, una acción febril contagiosa a bríos de la partitura de Alfred Newman. El drama consigue su cota más alta en la secuencia de propagación del cólera por el poblado, donde la concatenación de imágenes sombrías y devastadoras resulta magnífica. Lástima que el enemigo sea tratado con brocha gorda simplemente como salvajes despiadados, de la misma forma que ocurría con los indios en los westerns de la época, pero eso no impide que esta aventura se disfrute y nos deleite.