Grandísima película, cuyo epicentro es un dilema moral tan antiguo como potente :¿Merece la pena matar a un niño inocente, para salvar cientos de vidas?. Y la respuesta, por mucho que a algunos les cueste creer, es No.
Unas actuaciones soberbias (Mirren y Rickam magníficos, los secundarios a un gran nivel, sin excepción), un ritmo que va "in crescendo" durante todo el film, un guión inteligente y una música sutil y efectiva, son todos los ases que conforman este gran ejemplo de cine con mayúsculas.
Al afrontar una película de éste calibre, por lo que implica a nivel moral, caben dos actitudes diferenciadas:
- la del cínico que piensa..."bah, también hay refugiados que mueren todos los días, niños en África que mueren de hambre, si en vez de una niña fuese otra persona atacarían sin dudar....". Si por ésta gente fuese, directamente sería imposible realizar ningún tipo de cine-denuncia jamás, pues es imposible meter en una película a tantos estratos de la sociedad desfavorecidos. Siempre habrá queja, debido a su estrechez de miras y el mal uso de lo "políticamente correcto" que hacen éste tipo de personas. Irónico pues, que sean parte del problema, y ni se den cuenta.
- y la opinión de los que creemos que la niña representa, sencillamente, la inocencia, la indefensión encarnada de todas las víctimas de los daños colaterales de éstas guerras absurdas, y qué mejor representarla que en forma de la pureza y los rasgos de una pequeña infante. Es efectivo, es justo, y es perfectamente creíble.

Recomiendo su visionado, sin ningún tipo de prejuicios, dejando la hipocresía y el cinismo en la puerta, y adentrarse en una película tan absolutamente necesaria, como imprescindible.