A pesar de contar con una modesta trayectoria como director, Barry Jenkins sorprende con un viaje introspectivo cuya emotividad es capaz de quedarse en el público aún después de haber terminado la cinta. Dividida en tres capítulos muy bien diferenciados entre sí, la película inicia con “Little”, un pequeño residente de una zona marginal de la ciudad de Miami que se ha ganado el mote por su corta estatura. Perseguido por sus compañeros de escuela e ignorado por una madre desorientada, el niño encuentra de manera fortuita apoyo en Juan, un dealer de origen cubano y Teresa, su mujer. Es así como Juan se convierte en el mentor de un chico ignorado y acosado por los demás de su edad, excepto por Kevin, su único amigo. De esta forma, inicia una curiosa relación entre un personaje ambivalente que dedicará sus esfuerzos en guiar a un pequeño desorientado y apesadumbrado por el entorno que le rodea.

En la segunda parte, Chiron ha llegado a la adolescencia, siendo forzado a enfrentar las burlas de sus compañeros de escuela, quienes lo acosan constantemente llamándolo faggot (maricón) a pesar de que él mismo no está seguro acerca de su sexualidad hasta que el mismo Kevin despeja cualquier duda que pudiera llegar a tener. Derivado del constante acoso, de la ahora consumada adicción a las drogas de su madre, y potenciado por la muerte de Juan, Chiron explota de la peor forma, en un hecho que marcará su vida. En la última parte, el protagonista ya es un adulto; quien deambula por las calles de Atlanta bajo el nombre de “Black”. Así, quien en su momento hubiera sido débil y tímido se ha convertido en una reencarnación de Juan. Habiéndose reinventado a sí mismo, Black se comporta con rudeza y posee una masa corporal con la cual nadie sospecharía acerca de sus preferencias sexuales. No obstante, un reencuentro con el eterno Kevin lo harán volver a la realidad solo para darse cuenta de que ha vivido años engañándose a sí mismo.

Basada en una obra de teatro escrita por Tarell Alvin McCarney, la película se desarrolla en un Miami totalmente distinto al que comúnmente se proyecta, presentándose como una ciudad obscura en la cual la marginación y la carencia están a la orden del día. Se trata así de una cinta con un aire sombrío que se sale de los cánones acostumbrados por el cine comercial, ya sea por su trama hasta por la inclusión de escenas muy bien logradas utilizando la técnica shaky-cam. De esta forma, el trabajo de Jenkins se aproxima más a lo que comúnmente se considera como cine independiente, razón por la cual el espectador puede considerar de inicio que no está viendo algo excepcional. Sin embargo, la historia es capaz de permear sutilmente en el público, logrando quedarse en su mente y dar vueltas durante mucho tiempo después de que ésta finaliza.

En lo que se refiere al reparto, la elección del mismo fue bastante acertada, puesto que los tres actores que dan vida a Chiron durante las tres etapas de su vida realizan un excelente trabajo. Así, Alex Hibbert, Ashton Sanders y Trevante Rhodes fueron capaces de conservar la esencia del personaje con las particularidades que la representación de cada edad exigía. Por otra parte, destaca la participación de Mahershala Ali (conocido por su papel de Remy Danton en la serie televisiva House of Cards) en el papel de Juan, brindando una actuación excelente al ser capaz de despertar simpatía por un personaje que por su naturaleza más bien debería de ser despreciable. Asimismo, Naomi Harris (Spectre, Collateral Beauty) sorprende gratamente como Paula, la madre Chiron que involuciona y evoluciona a lo largo de la cinta.

Moonlight es difícil de describir, es una película sobre la discriminación, más no de racismo, con una trama que incluso puede llegar a incomodar por la universalidad de los valores que transmite. Así, el filme no sólo se remite a la homofobia, puesto que las emociones y conflictos que Chiron vive van más allá. Se trata de un llamado en contra de la marginación, la indiferencia, la incomprensión y sobre todo la negación de uno mismo, problemas que pueden presentarse en la vida de cualquiera. Cuando terminan los créditos uno piensa que esperaba más de la cinta y de su protagonista, quizás Chiron esperaba más de sí mismo, o tal vez Jenkins no pretendía algo más que hacer reflexionar a su público. Es en ese instante, mientras uno se hace esas preguntas, cuando se descubre el valor de una película diferente, emotiva y cargada de un tremendo humanismo. Es así como el director logra su objetivo y el espectador se da cuenta de que la película es excepcional.

Calificación: TÚ DECIDES.
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