Ventura se aventura a seguir los pasos de Von Trier rodando cámara en movimiento una historia de amor bastante original. Una cinta española poco comercial y común, que tampoco es nada del otro jueves, pero que puede seguirse sin trillar demasiado la butaca.

El protagonista y narrador es Santi Millán, sacado directamente del "Casi Ke no", que no para de autodefinirse como idiota y cuya interpretación es buena, aunque más o menos lo mismo de siempre con algo más de ojera. Ventura fracasa un poco en las emociones del film, y no por falta de empeño, pues nos repite constantemente con esa voz en off los sentimientos de soledad, patetismo y aventuras sexuales del bueno de Pere-Lluc. Vale, nos hemos enterado de que esta triste y su vida no tiene mucho sentido, pero tanto paseo en moto filosofando acaba por no aportar nada. Este dire se pasa de inteligente y bohemio pretendiendo dejar bocas abiertas.

La obsesión de Millán tiene nombre y tanga: Sandra, una Cayetana de armas tomar. Caye se levanta de su trono de Versión Española y vemos que tiene piernas, bastante bonitas por cierto, sus apariciones son lo mejor de la cinta y lo que le da un poco más de "vidilla" al metraje, con un papel en el que pone empeño, ganas y cuerpo. Millán cae rendido a sus encantos y la película desemboca en sodoma y gomorra, ofreciéndonos un mix de revolcones y apretones por cada rincón de Barcelona. Ni los conejitos de Duracell... Como toda película de Pons, casi integramente hablada en catalán, salvo los pasajes de la parejita que son en castellano y que podían haber sido más, aunque tampoco es que hablar sea su pasatiempo favorito... Me sobran todos los secundarios.

La música es bastante perturbadora y encaja perfectamente con una cámara siempre dinámica, abundantes zooms y presencia de primeros planos, optando a veces por un acelerados montajes al estilo de cualquier videoclip.

Para echar el rato, no consigue aburrir dada su corta duración. La química entre los protagonistas nos mantiene interesados en su relación, aunque tanta narración, los flash-back y los secundarios que no aportan nada, conforman una película pretenciosa en la que no todo funciona.

Lo mejor: La Cuervo
Lo peor: La rimbombancia del conjunto