Venga va, voy a ver la película vietnamita, que no hay mucho donde escoger en el cine. Y con esa idea me voy sabiendo, creo, lo que me espera: una película lenta, sin mucho contenido, con una buena ambientación histórica, seguramente sugerente-poética-reflexiva y, según las críticas, de una belleza espectacular. Nada del otro mundo pero interesante.
Pues no, la tan cacareada buena fotografía y el preciosismo va a ser que no se pasaron hoy por el cine. No tiene imágenes bellísimas, ni encuadres geniales en absoluto. Esas cosas las hay en las películas de Tarkovski, de Kubrick, de Kozintsev... o de Zimou... o de Kin Ki-duk... o de… hay mil directores con mejor fotografía en sus películas. Y peor aún tratándose de Vietnam, que tirando la cámara por la ventanilla del coche va a dar igual donde caiga, el paisaje es una pasada.
La historia, tal como la esperaba, con puntos interesantes, crudeza, el típico hieratismo asiático, no cuenta nada innovador más allá de la ambientación en un tiempo y un país que, al menos para mí, forman un contexto nuevo con sus detalles y costumbres cuyo descubrimiento mantiene el interés y la atención. La película ofrece una mirada feminista pero neutral al mismo tiempo, no manipula y es de agradecer (más en estos tiempos).
Por cierto, en otra crítica se mencionan los problemas para aclararse con los personajes, totalmente cierto, y no sólo por la fisionomía, si no porque la película no se entiende y es muy difícil saber quién es quién. Que levante la mano quien tenga claro que parentesco tiene el adolescente con el resto de la familia.