Como dice otro usuario por ahí, es demencial la valoración de esta película.
O la gente no tiene sentido del humor o es que no se ha enterado demasiado bien de que iba la cosa. Porque bien es cierto que el tono de la película cambia bastante con respecto a la primera entrega, por poner un ejemplo, y donde verdaderamente la intención era aterrorizar al espectador con el muñequito psicópata. Pero de ahí a suspender a esta pequeña joya, nada de nada. Para mí, desde ya, un clásico instantaneo.

Y es que aquí la cosa cambia, los años pasan y más para una cinta tan ochentera, y me parece acertado el giro hacia la autoparodia y el humor socarrón dado aquí por su director Ronny Yu. Además los muñecos siguen siendo igual de cabrones. El resultado: una más que meritoria secuela.