Jack Torrance es un escritor, además de esposo y padre, que acepta un trabajo de guardés de un hotel de montaña cerrado al público durante la temporada de invierno. Frustrado en todas sus facetas, Jack queda atrapado por el mal rollo que emana el hotel, una casa encantada con todas las de la ley. Y es el dichoso hotel quien se encarga de que Jack repare en el fiasco en que se ha convertido su vida. Por ejemplo, primero le concede uno de sus más fervientes deseos íntimos, estrechar entre sus brazos a una auténtica chica playboy y, luego, le devuelve a la realidad más repelente y… (1).

El hotel, un laberinto de iluminados pero interminables pasillos, lleno de habitaciones y estancias con secretos a cual más horroroso, inculca en Jack la noción de que su esposa y su hijo son los culpables de todos sus fracasos. Obligado a trabajar para sostener a su familia siente que se ha convertido en un lerdo (2), incapaz de crear, carente de talento. El hotel impulsa a Jack a la obsesión y, de allí, al uxoricidio (3) y al filicidio (4), crímenes horribles a la par que inusitadas palabrejas.

Kubrick toma una novela de Stephen King y crea un calculado relato sobre la demencia de una naturalidad paradójicamente artificial, compuesto de fríos planos geométricos, con estudiados efectos sonoros y visuales. Sin olvidar las metódicas interpretaciones de sus protagonistas. Kubrick logra una estimable película de terror que lo mismo deja al espectador exaltado por la belleza de sus imágenes, que le deja más congelado que… (5) por la frialdad de su narrativa.

Engorrosas notas en zona de spoiler.