Cuando en una saga como "Harry Potter" se cambia de director, el estilo de la saga cambia inevitablemente, y eso es algo que se notó cuando el realizador mexicano Alfonso Cuarón llevó "Harry Potter y el prisionero de Azkaban" a la gran pantalla.
Mientras que en las películas dirigidas por Chris Columbus todo era más clásico, con Alfonso Cuarón la saga adquirió un toque moderno que la reforzó mucho. No hay que olvidar que los personajes están entrando en la adolescencia y sus sentimientos y su forma de actuar son diferentes a cómo eran en las dos películas anteriores.
El guion, a pesar de tomarse más libertades respecto a la novela que sus predecesoras, logra captar el espíritu del libro, además de que tiene toques, como la pintoresca cabeza colgada en la cabina del Autobús Noctámbulo, realmente geniales.
Del reparto hay que decir que, en las películas de "Harry Potter", cada vez que entra un actor nuevo, resulta todo un acierto. En esta película debutaron en la saga David Thewlis, Gary Oldman y Timothy Spall. Estos intérpretes hicieron el mejor trabajo imaginable dando vida a Remus Lupin, Sirius Black y Peter Pettigrew.