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Voto de cinedesolaris:
10
Drama. Cine negro Verano de 1949. Ed Crane (Billy Bob Thornton), un introvertido barbero de un pueblecito del norte de California, se siente insatisfecho de su rutinaria vida. Las infidelidades de su mujer (Frances McDormand) le brindan la oportunidad de ejercer un chantaje que podría ayudarle a cambiar su apática existencia. (FILMAFFINITY)
4 de abril de 2021
1 de 2 usuarios han encontrado esta crítica útil
Ed Crane (Billy Bob Thornton) es un ser anónimo; su identidad: peluquero. Es, simplemente, la función que realiza. Para los demás no es Ed sino un peluquero, por ello, un hombre al que cuesta reconocer cuando no porta su bata blanca identificatoria. Vive entre pelos, es un pelo más. Uno de tantos que caen cuando son cortados, aunque, sorprendentemente, como él expresa, vuelven a crecer. Pero él siente que es cortado cada día que pasa, pero no que crece. Su vida parece una progresiva desaparición. Ed es un hombre ausente. Un hombre que no estaba ahí. Un fantasma. Una sombra inadvertida. Su expresión, inalterable, o suspendida en un gesto taciturno, parece esculpida por el silencio. Sobre esa superficie ceñuda, como una cerradura que añorara con pesar una llave que ignora cuál puede ser, se superpone, cual metrónomo de esa distancia con su vida alrededor, la voz interior, la voz en off que habla desde las profundidades, como si no pudiera salir a la superficie. El humo de los cigarrillos que fuma, como si fuera la voz con la que se comunica con quienes conforman su entorno, se manifiesta como el signo de esa ausencia. Como refleja la cadencia sonámbula del film y el tratamiento distante, clínico, y fantasmal del blanco y negro, signo de tarjeta gráfica mortuoria, somos testigos de una vida espectral.

No es lo mismo El hombre que no estuvo allí que El hombre que no estaba ahí. La traducción por la que se optó evoca más la relación con un lugar a diferencia de la ausencia que sugiere la segunda, más acorde a la reflexión existencial y alegórica que plantea El hombre que nunca estuvo allí (The man who wasn´t there, 2001), de los hermanos Coen, sobre una vida sustentada en la incertidumbre (sobre lo que es o no es, sobre lo que puede ser o no, sobre si la realidad es más bien lo que percibimos y no lo que es) y la accidental trama de los acontecimientos, el simulacro (de una rutina fosilizada) y los fantasmas del deseo (o de la falta vital). El contexto es esa América profunda donde entidades sin nombre deambulan y sueñan cómo propiciar una fuga a sus vidas anodinas. Prisioneros del sueño americano (la posibilidad de ganar dinero fácil, en contraposición con la miseria de los bingos cada martes en la iglesia, reveladora de la frustración de unos y del conformismo de otros). Si la esposa de Ed, Doris (Frances McDormand), aspira a ascender en la escala de la posición social en los grandes almacenes, Ed aspira a escapar de su papel asignado, a dominar su propia vida, fuera de la inercia suspendida en la que ésta discurre, como si se hubiera quedado congelado con un cigarrillo en la mano y expeliendo humo que no se diferencia de la expresividad de su semblante. Quiere dejar de ser uno de los muchos pelos que acabarán en los desperdicios. Quiere crecer de nuevo, sentirse vivo, sentir que domina su vida, sentir que no es sólo un peluquero, sino alguien con deseos singulares que se desmarca del resto y que materializa lo que desea realizar. Esta es la razón por la cual se implica en ese negocio de lavado en seco, del que casualmente le habla Tolliver (Jon Polito), un cliente o transeúnte de la peluquería (el azar), un proyecto en el que se aventura a invertir (apuesta al azar ), como si el tráfico de la vida le ofreciera, por un casual cruce, la posibilidad de tomar un desvío que determine una nueva dirección en su vida, en la que ya no sea un mero copiloto, sino quien la conduce. Para ello, recurre al chantaje sobre el amante de su mujer, y jefe de ésta, el Gran Dave (James Galdofini), como vía expeditiva; esto es, se adapta a los ardides de su entorno social, la pesadilla real americana, aprovecharse y utilizar a los demás (el falso negocio del lavado en seco como el cabello de Tolliver que es un bisoñé, la utilización del amante por parte de su mujer para ascender en los almacenes)
SPOILER: El resto de la crítica puede desvelar partes de la trama. Ver todo
cinedesolaris
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