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Voto de cinedesolaris:
9
Comedia. Drama Una mujer de escasos recursos (Edna Purviance), ha tenido un hijo siendo soltera, y al sentirse abandonada por el padre del niño, decide también ella abandonar al bebé, con la esperanza de que una familia rica lo coja en adopción. Pero el pequeño terminará en manos de un vagabundo (Charles Chaplin), quien pronto se encariñará con él y decidirá sacarlo adelante como sea. Cuando el niño, llamado ahora John (Jackie Coogan) llega a los ... [+]
17 de febrero de 2021
2 de 2 usuarios han encontrado esta crítica útil
Una película con una sonrisa, y quizás una lágrima. Es la frase con la que se inicia El chico (The kid, 1921), la opera prima de Charles Chaplin. Un quizá que no puede disimular la capacidad del cineasta para suscitarla, dado sus conocimientos de los resortes de los melodramas folletinescos (patrón dickensiano), ese melo que tan bien dominaba como también ejemplificaba el lirismo de sus composiciones musicales, con melodías tan retentivas. Efusividad emotiva que alcanzaría sus más altas cotas en Luces de la ciudad (City lights, 1931) y Candilejas (Limelight, 1952). También hay que destacar, de ahí también el porqué de ese quizá, que no era nada usual entonces las obras que combinaran comedia y drama. Chaplin gestó la idea cuando su primera esposa, Mildred Harris, estaba embarazada, aunque diez antes de iniciarse el rodaje en agosto de 1919, el bebé, que había nacido con malformaciones, falleció tres días después de su nacimiento (un matrimonio gestado con una falsedad, ya que ella le había indicado que estaba embarazada, hecho que no era cierto; la pareja se separaría en 1920). La obra conjuga la sensación de orfandad, o intemperie vital con el voluntarioso talante bienhechor o carácter protector angélico (el propio personaje de Charlot adquiere la condición de ángel custodio) que insufla un ánimo de restitución, de resistencia ante las adversidades y precariedades irremediables de la vida.

En su inicio se refleja su habilidad para transitar el extremo filo del folletín, tramado sobre los retorcidos hilos de los azares e infortunios. Una mujer, interpretada por Edna Purviance, abandona un hospital de caridad con un bebé recién nacido; abandona el niño en el interior del coche de una familia pudiente, pero, casualidad, dos ladrones roban el coche; cuando, tras detenerse en un barrio pobre, que transpira sustracción (áridos descampados y chamizos deslustrados) oyen berrear al bebé, lo abandonan junto a unas basuras; la madre, desconsolada, se arrepiente y decide recuperar al niño, desmayándose cuando el sirviente de la mansión le dice que han robado el coche;quien encontrará al bebé será Charlot (presentado como una figura en profundidad de campo en un callejón al que un vecino basura arroja desde su ventana); tras dos fracasados intentos de colgar el bebé a otros, decide adoptarlo. Entremedias, un ejemplo del ingenio creativo de Chaplin: Nos presenta al padre del bebé, un pintor, que observa la fotografía de la madre, que deja sobre la repisa de la chimenea; al volverse, no se da cuenta de que cae sobre el fuego; la coge, y la sacude para apagar la llama, pero cambia de opinión y la vuelve a tirar al fuego. No se puede ser más descarnadamente preciso para definir a ese personaje y sus forma de ser y sentir. El resto de la narración transcurrirá cinco años después. Chaplin demostrará ese talento, que complejizará en futuras obras, de navegar (tal es su afinado fluir) entre lo cómico y lo dramático sin que chirríen nunca sus junturas narrativas.
SPOILER: El resto de la crítica puede desvelar partes de la trama. Ver todo
cinedesolaris
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