Esta secuela es mas rotunda, salvaje y descontrolada que la primera. A Jason Statham, le han robado el corazón, para trasplantárselo a un chino viejo y rico. A partir de esa premisa se producen multitud de escenas vertiginosas, donde el actor recorre lugares en busca del que cree ladrón de su motor sanguíneo.

Secuencias salvajes violentas, armas... mujeres, electricidad para bombear un corazón artificial... y muchas escenas sorprendentes donde vemos a Statham en actitudes amatorias, no vistas con posterioridad. El actor cada día se sume más en una actitud fría y distante, que tal vez le beneficie como estrella, pero lo aleja y deshumaniza... aunque a mi me gusta siempre y de cualquier manera.