Es la película más pepino que se ha hecho jamás, me la regalaron con el telepi cuando tendría 6 o 7 años y desde entonces la he visto más veces que mi propia cara, me salvó la puta vida, y me sacó de muchos malos hábitos, me hizo ser más amable con los animales y temerle a las plantas y a las arenas movedizas. Ahora vivo en Lavapiés y los africanos son mucho de tocar tambores a horas intempestivas, y a veces cuando lo hacen pienso que me estoy acercando al juego y me pongo nervioso. No sé si jugaría, la verdad. Pero la película está muy bien, un palazo lo del suicidio del pive éste.