Empecé a ver Black Mirror animado por una pareja de amigos, adictos a la tecnología, que hablaban maravillas de la misma. Obvié que detrás de ella estaba el creador de uno, desde mi punto de vista, de los zurullos zombie más grandes de la historia (Dead Set), que sí, tenía un final impactante (tampoco la repera) y que enlaza directamente con cualquiera de los giros y/o finales de cualquiera de los episodios de esta Black Mirror. Se ve a la legua que el tal Charlie Brooker le mola lo de intentar impactar por cualquier medio, el problema es que, como en el caso de esta Oso Blanco, parte de una idea de un párrafo para rellenar 42 minutos de metraje... y eso se nota. ¿En qué se nota? Bueno, pues para mí han sido los 40 minutos más largos, tediosos, repetitivos, explicativos y odiosos de la decena de capítulos que he visto. Es bastante fea, plagada de lugares comunes, con planos poco cinematográficos, con un personaje principal del que acabas hasta el gorro con tanto grito, lloriqueo y cara de susto. Es que no me parece ni destacable la idea en la que se basa. Considero que hay ideas mejores en guiones mejor planteados y que, mira tú por dónde, tienen una nota inferior a esta majadería.
De los 10 episodios que llevo, sólo hay dos que me gustaron, porque los veo como un todo (idea-guión-acabado), del resto sólo recuerdo cosas, más relacionadas con la idea en sí, que podría haber dado lugar a otras líneas argumentales no tan toscas/gruesas.
Para terminar, decir que creo que la serie está sobrevalorada y sólo son salvables algunos episodios e ideas, lo demás es puro relleno; y que el tal Broker tiene una enfermiza obsesión con el ojo por ojo... pero elevado a la n-ésima potencia.