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España España · Valencia
Voto de Carorpar:
7
Drama Biopic sobre el músico y compositor Brian Wilson, fundador de los Beach Boys, sobre su influencia en la música, y sus problemas nerviosos que propiciaron su relación con el controvertido terapeuta Dr. Eugene Landy. (FILMAFFINITY)
27 de agosto de 2016
2 de 2 usuarios han encontrado esta crítica útil
Correctísimo biopic, brillante en ocasiones —bastantes—, en torno a la compleja figura de Brian Wilson, alma máter de los Beach Boys y uno de los mayores genios de la fecunda historia del pop.
Sin renunciar a la habitual estructura de ascenso, caída y redención, el productor y ocasional director —a la vista está que debería prodigarse más— Bill Pohlad sí rompe con la linealidad al uso, apostando por dos planos temporales entrelazados que proporcionan a la historia una cadencia tan desacostumbrada como sugestiva. Ésta presenta un planteamiento casi “in medias res”, con la decisión de Wilson de retirarse de los escenarios para componer la que sería su obra maestra, el inolvidable “Pet Sounds”, de 1966. Inmediatamente a continuación y tras un salto adelante de casi dos décadas, se nos muestra a un Brian Wilson acabado y bajo fuerte tratamiento con psicofármacos.
Si bien las escenas dedicadas a la sórdida madurez del músico, sometido a los designios del despótico psiquiatra Eugene Landy, están resueltas de manera un tanto convencional, y las de su romance con Melinda Ledbetter rayan —a veces, aunque no tantas como muchas de las letras de los Beach Boys— en el sonrojo, la reconstrucción del proceso de creación del legendario disco, con su aire documental, constituye una maravillosa experiencia visual y sonora. Es entonces cuando “Love & Mercy” alza el vuelo por encima de tantas y tantas cintas de similar pelaje y que han acabado por inducir una pereza paralizante ante la mera mención del subgénero. A la admirable calidad de tales tramos contribuye de modo inestimable la interpretación de un Paul Dano sencillamente sublime. El “rarito” por antonomasia se mimetiza con un personaje que le viene como anillo al dedo y le sienta como un guante, entregando uno de los trabajos más emotivos vistos últimamente. En cuanto a su medicado yo de los ochenta, John Cusack, siempre simpático, pero —es evidente— más limitado como actor, hace lo que puede por no desentonar demasiado y, aunque el paso de los años lo ha convertido en su hermana Joan, consigue mantener el tipo con cierto decoro. Lo mismo le sucede a Elizabeth Banks. La edad parece haber ido robándole parte de aquella luminosidad que la caracterizase y a quien aquí la vemos parecerse es a Belén Rueda; no obstante, logra transmitir la determinación de vendedora de coches que le exigía su papel. A Paul Giammatti, por su parte, se le ve muy cómodo en la piel —que no la peluca—, algo histriónica, del tiránico doctor Landy.
En fin, muy recomendable aproximación a la atormentada personalidad de un imprescindible como Wilson. Sólo por su banda sonora —gloriosa, no podía no serlo— ya merece la pena. Con decirles que llevo todo el día escuchando íntegro el “Pet Sounds” …
Carorpar
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