Si coges al enemigo por antonomasia del cine y de la historia y lo mezclas con los monstruos más de moda en la última década larga ya tienes al menos la atención de un porcentaje muy alto de gente. Ya lo habíamos visto en videojuegos, películas de dudosa calidad e incluso libros.

Esta producción de Netflix viene a redundar en esta propuesta, y no le niego el entretenimiento tonto, pero más allá de eso, no encuentro nada. Visualmente tiene estética de Call of Duty mezclado con Resident Evil, y resulta tediosa e hiperbólica. Sus diez primeros minutos, que son también una escena mil veces vista, me resultan lo más interesante de la cinta, a partir de ahí, puedo seguir mirando el móvil de vez en cuando con tranquilidad.

Mucho ruido de fondo y pocas nueces, pero tampoco se pretendía ni se esperaba más.