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España España · Madrid
Voto de Feisal:
7
Thriller Un inmigrante, mitad checheno y mitad ruso, llega a la comunidad islámica de Hamburgo reclamando la herencia de su padre. A partir de ese momento despierta el interés de las agencias de seguridad alemana y norteamericana, que están decididas a averiguar cuál es la verdadera identidad de ese hombre: si se trata de una víctima oprimida o de un extremista con tendencias violentas. (FILMAFFINITY)
23 de septiembre de 2014
3 de 3 usuarios han encontrado esta crítica útil
Nueva adaptación del célebre John le Carré, escritor que en general ha tenido mucha fortuna en la traslación de sus novelas de espías al cine. "El hombre más buscado", ya desde sus primeras secuencias, huele a Le Carré por los cuatro costados: un mundo del espionaje frío, sórdido, a años luz de cualquier tipo de glamour o elegancia, cuyos componentes son tipos grises hastiados de sus vidas y de sus profesiones. Anton Corbijn vuela más alto que con "El americano", y logra una adaptación fiel al espíritu y la atmósfera del escritor. Su película recuerda poderosamente a "El topo", la anterior adaptación, ya que, aunque aquella estuviera ambientada en plena Guerra Fría en los años 60 con la URSS como némesis y ésta se sitúe en la actualidad con el yihadismo internacional como antagonista invisible; las coordenadas emocionales y argumentales son las mismas. Allí estaba George Smiley y aquí está Günther Bachmann, ambos espías a su pesar, pero eficientes, sobrios y con un pasado doloroso que, en el caso del alemán, a veces resurge del fondo del tercer whisky o entre el humo del vigésimo cigarrillo de la mañana. La película nos sitúa en Hamburgo, nido de terroristas islámicos desde lo del 11-S, adonde llega un silencioso musulmán que se convierte en el hombre más buscado para todo el mundo: el servicio secreto alemán, la CIA y la policía alemana. Todos con sus motivos, pero Bachmann sospecha que este musulmán, con lazos con el yihadismo, podría ponerse en contacto con cierto filántropo y hombre de negocios también musulmán, alguien dedicado a obras benéficas, pero sobre el cual recaen dudas acerca de si podría estar financiando al terrorismo mediante empresas tapadera.

La película tiene dos vertientes. Por un lado, como dije antes, es de nuevo un retrato frío y desolador del mundo del espionaje, mostrando el oficio de espía como algo ingrato, desagradecido, que obliga a personas honradas a hacer cosas que no desean hacer, y donde los intereses gubernamentales o políticos pasan por encima de cualquier tipo de derecho humano. Al mismo tiempo, la película es, desde el principio hasta el final, Philip Seymour Hoffman. La verdad es que su despedida final (su papelito secundario en "Los juegos del hambre" no lo cuento) es dignísima y a la altura de su ya legendaria e inolvidable carrera. Seymour Hoffman se mimetiza con su personaje y compone a un Günther Bachmann, acento alemán incluido, que fuma cigarrillo tras cigarrillo y que está hastiado de ese mundo. Exiliado en la gris y fría Hamburgo tras un error trágico en su pasado, Bachmann deambula por pasillos y oficinas mientras realiza su trabajo eficazmente pasando de jefes y superiores, a los que odia y no hace la pelota. Mientras la trama gira y se enreda en torno al misterioso musulmán checheno y sus conexiones con cierto dinero depositado en un banco, Bachmann juega sus cartas y lidia con jefes y superiores, e incluso hasta con enviados de la CIA (Robin Wright) que van a su bola y con sus propios planes. Y Seymour Hoffman da en el clavo con su personaje destartalado, fumando sin parar, mal afeitado y cansado de todo ese mundo y el cinismo que le rodea. Bachmann no es Smiley, pero ambos representan al profesional del espionaje en toda su amplitud: eficaces e inmejorables en su oficio, pero casi sin vida privada ni ninguna expectativa en su futuro que les permita superar el gris presente que viven.

Lo cierto es que esta película no alcanza la hondura que sí tenía la dirigida por Tomas Alfredson. Quizá porque aquella tenía una galería de personajes fabulosa que ésta no tiene, y que servían para retratar no ya solo un oficio, sino un tiempo, una época y una atmósfera muy concretas. Aquí la trama es interesante, pero de los secundarios sólo el de Rachel McAdams, el de Nina Hoss (esas miradas y gestos hacia Bachmann que revelan toda una historia detrás) y, por supuesto, el musulmán que interpreta Grigoriy Dobrygin, tienen verdadero poso y ofrecen varias lecturas. Por ello, toda la investigación navega a velocidad cadenciosa y lenta con imágenes potentes y una fotografía encomiable, y aplicando un ritmo que poco a poco va yendo a más según transcurre el metraje, hasta llegar a un final de gran tensión y suspense que cierra el círculo y deja a Bachmann ante la constatación de su presente y su futuro.

En fin, sin llegar a la altura dramática de "El topo" o "El jardinero fiel", esta adaptación resulta estupenda y logra captar la esencia pesimista y triste de las novelas de Le Carré, con un tema de permanente actualidad como el islamismo radical en Europa, con actores conocidos y muy en sus papeles (aunque alguno, como Daniel Brühl, solo tengan dos o tres líneas), pero sobre todo, con alguien que es ya mito del cine como Philip Seymour Hoffman, actor que será recordado para siempre y que aquí se despide del buen cine y de las grandes interpretaciones con una última clase maestra sobre cómo se construye un personaje desde la mirada, los gestos y el interior. Una muy recomendable película.
Feisal
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