Cuando se termina de ver una película como “The Help”, uno es consciente de que ha sido testigo de la exhibición de una obra que marcará tendencia. Puede haber gustado más o menos, haber emocionado o haber aburrido, o incluso se puede llegar a pensar que la película es demasiado sentimental o que intenta valerse mucho de la exageración para aparentar ser más profunda; pero de lo que nadie puede tener duda es de que, con esta producción, Tate Taylor ha creado cine con mayúsculas.

Independientemente de la opinión que se pueda tener sobre la exageración o no de la historia (para mí inexistente), todo espectador debe reconocer que el argumento tratado y la forma de llevar ese argumento a la gran pantalla son poco menos que perfectos. Una lección de humildad y, a la vez, resignación, ambas plasmadas a través de unos personajes de lo más realistas y humanos.

Las interpretaciones del reparto son espectaculares (el Oscar de Octavia Spencer es para mí uno de los más justos de los últimos años), la ambientación es, sencillamente, perfecta, incluyendo un vestuario y unos decorados que ayudan mucho al espectador a meterse de lleno en los años 60 y en el océano de racismo que entonces existía. Y todo ello sumado a una banda sonora no brillante, pero si destacable y muy bien utilizada.

Otra característica premiable del film de Taylor es el hecho de mostrar al público no solo los extremos opuestos (que también lo hace), sino todas las posibles actitudes de la época: lejos de lo que se pueda llegar a pensar, no todos los “blancos” son horribles y desconsiderados: el personaje de Celia, interpretado a la perfección por Jessica Chastain (irreconocible en todo el film), es un claro ejemplo de ello. Y luego aparte está nuestra protagonista, un personaje en el que se reúne todo el valor de una época, el espíritu de cambio, el deseo ferviente de mejorar las cosas para bien de todos y no solo para el de unos pocos.

Sería injusto que producciones como ésta acabaran pasando de largo sin más, sin dejar siquiera una huella más que merecida en la industria del cine. Por ello invito a todo amante al séptimo arte a que la vea y la disfrute tanto como lo he hecho yo, pues por películas como ésta me sigo sintiendo orgulloso de considerarme un verdadero aficionado al cine.