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España España · Zaragoza
Voto de Juan Solo:
7
Drama. Romance. Musical El Rey de Navarra y sus tres camaradas hacen el solemne y público juramento de estudiar juntos y de renunciar a las mujeres durante tres años. Su honor es inmediatamente puesto a prueba con la llegada de la Princesa de Francia y de sus tres adorables acompañantes. Los cuatro se quedan prendados de las damas francesas, y los esfuerzos que harán para salvaguardar su honor y ocultar sus sentimientos resultarán inútiles. (FILMAFFINITY)
24 de enero de 2011
3 de 3 usuarios han encontrado esta crítica útil
De todas cuantas adaptaciones de textos de William Shapespeare ha llevado a cabo a lo largo de su carrera el director británico Kenneth Branagh, ésta es sin duda la más heterodoxa y la menos convencional. En Trabajos de amor perdidos, Brannagh toma como base una de las piezas menos conocidas del autor de Romeo y Julieta y, trasladando su acción a la época contemporánea (vísperas de la II Guerra Mundial) la convierte en un musical al estilo del Hollywood dorado en el que no faltan los clásicos standars de George Gershwin o Cole Porter. Está claro que por un lado las lecturas de Shakespeare siempre son un deleite para el espíritu y por otro las canciones de Porter y Gershwin resultan maravillosas y eternas, nunca se pasan de moda; esta película se atreve a combinar estos dos placeres que por separado funcionan tan bien, y ¿cuál es el resultado?

Pues nada malo, mire usted. La verdad es que uno se acercaba con cierta reticencia a estos trabajos de amor y, conociendo la tendencia a los excesos y la megalomanía que se gasta de vez en cuando el amigo Kenneth, ya casi se ponía en lo peor. Pero no. Aquí, como diría el otro, la cosa funciona. El mérito quizá es haber elegido dentro del repertorio shakespeareano el argumento de una comedia ligera cuyos enredos recuerdan a veces al de la más conocida Mucho ruido y pocas nueces, y al que el tono de las melodías seleccionadas parece adaptarse como un guante. Si a ello le añadimos una cuidada puesta en escena, una bella fotografía y unos actores que cumplen a la perfección en todo momento ya tenemos todo lo necesario para que los puristas de la obra de Sir William no acaben rasgándose las vestiduras. A estas alturas y con el prestigio acumulado durante años, a Branagh no se le hubiese permitido una blasfemia de ese calibre.

Dicen que William Shakespeare ha sido y es por muchas razones el mejor guionista de la Historia del Cine. Viendo esta película, y perdón por la “boutade”, a uno le da por pensar la cantidad de maravillas que este señor nos hubiera podido brindar viviendo en los años 30, trabajando a sueldo de la RKO y creando historias para los Lubitsch, Leitsen, McCarey y compañía.
Juan Solo
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