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Voto de Excéntrico:
4
6,7
8.745
Drama
El Padre James Lavelle (Brendan Gleeson) se esfuerza por conseguir un mundo mejor. Le preocupa ver la cantidad de litigios que enfrentan a sus feligreses y a la gente de su parroquia, y le entristece que sean tan rencorosos. Un día, mientras está confesando, recibe una amenaza de muerte de un feligrés anónimo. (FILMAFFINITY)
1 de enero de 2016
2 de 5 usuarios han encontrado esta crítica útil
Calvary parece que es una película, pero en realidad es una retahila de tópicos recurentes para dejar de vuelta y media a la Iglesia católica. Cada personaje acartonado y estereotipado está dispuesto en el filme para hacer disfrutar a "alguien resentido contra la Iglesia". Respetando la visión de cada cual a escoger sus temas y su preferencia por el rigor de los mismos, la película es floja por un sesgo marcado que no será un impedimento, ni mucho menos, para el regocijo de aquellos que acepten que la realidad se parece en algo a esta caricatura. No existe ni mesura ni contención en trazar a los personajes, siendo éstos buenos o malos, afables u odiosos, cercanos o detestables con la constante siempre de un lado. El metraje es un juicio sumarísimo repleto de apelaciones de todos los perfiles anticlericales y anti religiosos que actúan de juez, partes y jurado. Los personajes, tal como van apareciendo toman su papel de uno u otro a sabiendas de que solo un cerebro los dirige para conducirles a un resultado y un veredicto tramado desde el minuto uno.
SPOILER: El resto de la crítica puede desvelar partes de la trama.
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spoiler:
Si te gusta el dicho "la iglesia que más ilumina es la que arde", en esta película verás colmadas tus aspiraciones. El que probó el semen de niño es el juez inapelable que viene a "hacer justicia", los personajes todos maximalistas y exagerados hasta la caricatura: el otro sacerdote, el obispo, el ricachón que más bien parece un picapedrero, el entrañable suicida, la hija también suicida, el médico cab***, Miss Bukakke, y un etcétera de antipersonas que parecen de broma si no fuera porque la película va en serio. ¡Y oiga que tiene una nota bien alta! Como diana con los clásicos sinvergüenzas a los que se desea empalar el producto cumple su función. El protagonista, el sobrio Gleeson, representa lo que debería ser la iglesia para el director y los linchadores eclesiásticos: alguien que comprende a los odiadores hasta la inmolación, lo extraño es que no haya sido el propio sacerdote protagonista el que empuñara el lanzallamas y se uniera a la causa ya que salvo algún "Dios es super mirecordioso para justificar el suicidio" su enjundia sacerdotal alcanza la de cualquier seglar con un mínimo de empatía. El juicio visto para sentencia.